Es una bendición. Sentir la cercanía de la Navidad en familia.
Es una bendición. Sentir la cercanía de la Navidad me refiero. Respirar el frío y envolver los regalos con papel de seda y celofán, o ese otro más normal que venden en cualquier quiosco. Y guardarlos en el corazón o detrás de los sillones, cada uno con su etiqueta donde está escrito el destinatario. Y en los chinos comprar las figuras del belén que han salido rotas de la bolsa, y una nueva estrella cuya estela te deja purpurina en el rostro y en las caricias de las manos. Bueno, bueno, y esos lazos dorados y rojos, y esos pliegos de estraza donde está pintado el musgo y unas amapolas minuciosas. Sin olvidarnos de las travesuras con la nieve de corcho, y los brillos de ese río de plata que discurre entre piedras carmesí y unas montañas de libros que no se ven, pero que están y sostienen todo el entramado de ilusión y piedad. “Bendito es el fruto de tu vientre”. Y el ángel de la puerta de casa, con su espumillón y sus cabellos de lana. Y las felicitaciones navideñas, que escribimos de madrugada, dibujando en los sobres campanillas, estrellas, abetos y pesebres. “Santa María, Madre de Dios”. Conmueve esta cercanía de familia, a pesar de los exámenes y de esos esquemas formidables que hay que aprenderse de memoria para salvar el bachillerato. Desde luego la noticia se las trae y relega a todas las demás... O no. Puede que más que relegarlas les dé al resto de los acontecimientos su verdadera dimensión, su entidad y redención. Es, o debería ser, noticia de portada. Prime time, urgente valorar la nueva situación. Entrevistas sobre el terreno, editoriales, conexiones en directo, suplementos. ¿Qué pasa? ¿A qué viene tanta excitación? Dios va a nacer. El que nos mantiene en el ser. Ese mismo. Pero elige la pobreza. No hay sitio para él. Y en las afueras de Belén prepara José Su trono de paja. Falta ya muy poco. María respira hondo y reza. "Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte". En su seno espera Dios el momento de entregarnos Su vida.
Autor: Guillermo Urbizu
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