jueves, 3 de diciembre de 2009

AMOR INCOMPRENSIBLE


Esto es para nosotros el amor que Dios nos tiene, un amor incomprensible.

Y es incomprensible porque si tratamos de analizarnos, en el análisis que hagamos usaremos nuestros parámetros de seres limitados, y como tales somos egoísmo, faltos de entrega, inconstantes, mancillamos la pureza del amor buscando contraprestación a lo poco, que míseramente somos capaces de dar, si realizamos una entrega esta siempre es parcial, necesitamos guardarnos algo para nosotros porque somos desconfiados.

Bien es verdad que todo amor emana siempre de Dios, lo nuestro, nuestro amor, aquello de lo que somos capaces de generar, es solo un pálido reflejo del amor que Dios nos tiene. Nuestro amor se genera en el amor de Dios, en el amor que Dios nos tiene. San Juan el discípulo del amor, en sus cartas directa o indirectamente nos hace ver que nuestro amor solo es un reflejo de ese incomprensible amor para nosotros que Dios nos tiene. Así podemos leer: Carísimos amémonos los unos a los otros, porque la caridad procede de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y a Dios conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es Amor. (1Jn 4,7-8). La caridad, el amor procede de Dios dice claramente y más adelante vuelve a decir: "Quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos, porque él nos amó primero. (1Jn 4,19). Por su parte San Pablo ahondando en la misma idea de Dios como única fuente del amor, escribe: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que habita en nosotros. (Rm 5,5).

Y siendo por tanto, nuestro amor, como antes hemos dicho, un pálido reflejo del amor de Dios, no resulta nada extraña que el amor de Dios a nosotros sea para nosotros incomprensible, entre otras razones, porque nunca aunque amemos mucho, nunca repito, seremos capaces de alcanzar el grado de amor que Dios nos tiene a nosotros. Dios es un ser ilimitado y todo en Él carece de límites, su amor es ilimitado, por el contrario nosotros somos criaturas limitadas y nuestra amor también es limitado, como lo es todo lo que pueda emanar de nosotros

Por amor al ser humano, y solo exclusivamente por amor creo el mundo. Y casi me atrevería a afirmar, que creó el universo solo por nosotros, pues esas historias de los extraterrestres, están aún pendientes de comprobarse. De Él emanó la materia, ya que ella, como orden inferior fue creada por el orden superior, que es el espíritu. Dios es solamente espíritu puro, Espíritu puro de amor. Por amor a nosotros, tomo cuerpo material como lo tenemos nosotros, y fue torturado y crucificado, por aquellos mismos a los que el vino a redimir y sacar de la garras del maligno. Mayor prueba de amor no pudo darnos: "Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. (Jn 15,13-14).

Pero en donde más se pone de manifiesto lo incomprensible del amor de Dios a sus criaturas es en el hecho de la creación. ¿Qué necesidad tenía Dios de crearnos a nosotros? Ninguna, a este respecto San Francisco de Sales escribía: Dios no te ha puesto en este mundo por alguna necesidad que tuviese de ti, que eres del todo inútil; más solamente para ejercer en ti su bondad, dándote su gracia y su gloria.

Es una característica del amor el desear: el bien del ser amado y tener una buena voluntad hacia el amado. Y nosotros hemos sido creados exclusivamente por amor. Para Carlo Caffarra: La persona humana ha sido creada, para que participe en Cristo, mediante el Espíritu de la misma Vida de Dios, convirtiéndose, de este modo, en el lugar en el cual la gloria de Dios se manifiesta. Es decir o dicho de otra forma, nosotros somos la gloria de Dios, somos la expresión de esa gloria y si pecamos mancillamos es gloria que somos, porque no olvidemos que fuimos creados todos y cada uno de nosotros a imagen y semejanza de Dios.

Etienne Brot, escribe: Dios trinitario, acostumbrado desde toda la eternidad a un amor interpersonal de pureza perfecta, ha sido, totalmente desinteresado en su obra creadora, no pensando en modo alguno en Si mismo, en su recreo o en su satisfacción personal, sino únicamente en el bien y en el interés de sus criaturas a las que quiso dar todo lo que Él es y todo lo que tiene, excepto algo cuya importancia crecerá a raíz del pecado original; no les ha dado, ni les dará jamás, su inalienable naturaleza de Creador. Serán pues criaturas eternamente y se beneficiarán de Sus dones no por naturaleza, sino por la gracia. Y por su lado otro autor Edward Leen, manifiesta asimismo sobre este tema: El primordial propósito de la creación fue, que la perfección infinita de Dios se pusiera de manifiesto en otros seres que debían de ser reflejo de su existencia y de su belleza. Entre estos seres tenía que haber algunos que fueran imágenes de la vida consciente de Dios, de su vida de conocimiento y amor... La grandeza y la felicidad de los seres inteligentes consisten en la fidelidad con que reflejan las perfecciones de Dios en sí mismos. De ahí se deriva que la gloria de Dios y la felicidad de la criatura fiel son materialmente, aunque no formalmente idénticas”.

Para el teólogo dominico Antonio Royo Marín, La razón de ser y el último porqué de la Creación universal es: La gloria de Dios, como fin último absoluto. Nuestra felicidad eterna, como fin último relativo. No hay más. Eso es todo. Pero es conveniente añadir a esta certera opinión, que para que se realice plenamente la finalidad de hacernos felices, nosotros solo hemos de hacer una cosa muy sencilla: admitir esa felicidad admitiendo a Dios en nuestras almas, con la mayor pequeña parte que podamos ofrecerlo de su propio amor. De ese amor incomprensible que sin darnos cuenta nos envuelve y nos sostiene cada minuto de nuestras vidas.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo

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