viernes, 27 de noviembre de 2009

GUIAR MAR ADENTRO


Cuando el Papa Juan Pablo II publicó la ya famosa carta NOVO MILLENIO INEUNTE, para orientar la actividad pastoral en el nuevo milenio que acababa de empezar, pensé inmediatamente que aquel escrito era la gran profecía para los nuevos tiempos. Me la leí de un tirón y la comenté en todos los grupos en que yo tenía que intervenir. Al poco tiempo, casi inmediatamente, empezaron a surgir elogios y entusiasmos llenos de esperanza sobre el contenido de la misma. En las programaciones pastorales esta carta fue pronto referencia obligada. Realmente no se puede pensar en una evangelización de los tiempos nuevos si no es teniendo como base y guía lo que Juan Pablo II ofrece como pilares incontestables e imprescindibles para una regeneración seria de la fe cristiana.

Sin duda ninguna que el Espíritu Santo estaba muy presente, iluminando la mente y guiando la mano del Papa cuando se puso a escribirnos este precioso documento. He tenido ocasión de escuchar comentarios muy acertados sobre lo que el Espíritu dice a las Iglesias por boca de este personaje que fue providencial, líder espiritual indiscutible para los hombres de buena voluntad.

En una Asamblea Nacional de la Renovación Carismática en Madrid escuché este impresionante testimonio de un obispo:

Mons. Azcona, agustino y obispo en el Amazonas del Brasil contó su conversión cuando ya llevaba años de sacerdote. Después de un encuentro de oración oyó una voz interior que le decía constantemente:
-"José Luis, tú no me amas"
-"¿No te amo Señor? - respondía él - Llevo años explicando teología, y preocupándome de los pobres"
Y seguía oyendo la voz:
-"Pero tú no me amas, José Luis"
Y el entonces religioso agustino recoleto consultó a un padre dominico. Y, efectivamente, todo en él era acción, pero que no brotaba del corazón. Y nos dijo fuertemente emocionado a los 6.000 asambleístas que le escuchábamos en profundo silencio:
-"Yo tenía dos caminos: o el marxismo o la neurosis. Pero encontré el auténtico camino que es Cristo, al que pensaba que servía, pero sin amarle de verdad. Y recordé las palabras de San Agustín en sus Confesiones:Tarde te amé, tarde te amé...”. Y me encontré con el Señor. Sentí que en segundos Jesús llenaba 41 años de fariseo, de legalista; los llenaba con su amor y aquello era nuevo para mí... Sentí una alegría como nuca la había sentido y las lágrimas salían fáciles de mis ojos. Yo me sentí totalmente desbordado.

Y en aquella Asamblea multitudinaria era impresionante el entusiasmo por adorar a Cristo en la Eucaristía, por recibir el perdón de los pecados (más de dos horas estuvimos confesando unos cien sacerdotes), por hacer oración, por vivir la alegría de la fraternidad. Y constantemente se recordaba aquellas palabras de Cristo que el Papa repite en la citada carta: GUIAR MAR ADENTRO. No nos podemos quedar en la orilla lamentando nuestra falta de pesca. Hay que echar las redes en el nombre del Señor.

La mies es abundante, los trabajadores pocos. Multitud de personas se están ofreciendo para hacer apostolado en serio. Y en todos se nota la alegría de una esperanza renovada. El mundo, los hombres necesitan saber que Dios los ama, y tenemos que decírselo. Muchos no lo saben. Hay que hacer oración, llenarse de Dios, y después compartirlo con los demás. Es urgente la tarea, porque muchos están gastando la vida sin saborear el amor de Dios, y sería una pena que fuese por culpa de los que nos quedamos con Dios para disfrutarlo sólo nosotros, y no lo compartimos.

El Espíritu Santo está llamando a muchos corazones, al tuyo también. ¿Qué te parece si le abrimos la puerta de par en par? Me gustaría saber tu opinión.
Juan García Inza

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