El ecumenismo del Papa Ratzinger se muestra siempre más nutrido por la fidelidad a la tradición.
Hasta ayer pasaban a la Iglesia católica uno por uno, los sacerdotes y obispos de la Comunión anglicana que se sentían más de acuerdo con el Papa de Roma que con las variantes "modernistas" del anglicanismo.
En los Estados Unidos, para regular tales pasajes, desde 1980 estaba en vigor una "Pastoral Provisión" escrita por la congregación para la doctrina de la fe, aprobada por Juan Pablo II. Gracias a ella pasaron a la Iglesia católica cerca de ochenta sacerdotes anglicanos, casi todos con esposa e hijos. Y dos años atrás también un obispo, Jeffrey Steenson, acogido con una ceremonia celebrada en la basílica romana de Santa María la Mayor. Steenson, 57 años, casado y con tres hijos, fue ordenado sacerdote e incardinado en la diócesis de Santa Fe, donde enseña patrología en el seminario.
A estos sacerdotes y obispo les han seguido también grupos de fieles, por decisión espontánea. El único caso de paso en bloque de una entera diócesis anglicana a la Iglesia católica ha sido hasta ahora el de Amritsar, en el Punjab indio. Ocurrió en 1975.
Pero a partir de hoy, las migraciones colectivas del anglicanismo al catolicismo ya no serán un hecho excepcional sino normal, gracias a la constitución apostólica que Benedicto XVI se apresta a publicar.
La constitución papal está todavía poniéndose a punto. Será publicada quizá dentro de dos semanas. Pero su anuncio ya ha sido dado en forma solemne la mañana del 20 de octubre, en dos conferencias de prensa simultáneas: una en Roma, con el cardenal Willliam Levada, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, y otra en Londres, con el arzobispo católico de Westminster, Vincent G. Nichols, y con el primado de la Comunión anglicana, Rowan Williams (en la foto Associated Press).
En Londres los dos arzobispos, católico y anglicano, también han emitido una declaración conjunta. Otro elemento de indudable novedad.
Usualmente, cuando alguno abandona una confesión cristiana y abraza otra, se va tirando la puerta.
Esta vez, en cambio, es como si el paso fuera bendecido de común acuerdo por ambas partes.
Una sintonía que hace pensar en cuan cercana sería hoy la reconciliación entre la Iglesia católica y la Comunión anglicana si sólo en esta última no se hubiese dado la libertad a la ordenación sacerdotal y episcopal a mujeres y de homosexuales convivientes, con las consiguientes dramáticas divisiones entre quienes están y no de acuerdo.
Una vez publicada la constitución apostólica, las parroquias y las diócesis anglicanas que en estos últimos años han tocado la puerta a Roma para ser acogidas en la Iglesia católica - de Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia y otros países - podrán hacerlo en las modalidades indicadas en la misma constitución. Los sacerdotes y obispos casados, recibido el orden sagrado, podrán volver a ejercer el sacerdocio, como ya ocurre para los sacerdotes casados de los ritos orientales, también católicos. Sus comunidades se remitirán como instancia superior a "ordinariatos personales" redes de obispos no casados sino célibes, también aquí en sintonía con la praxis común de las Iglesias católicas y ortodoxas. Para las liturgias seguirá rigiendo el ritual anglicano, por lo demás muy similar al católico.
Se calcula que en lista de espera haya cerca de treinta obispos y un centenar de sacerdotes, con sus respectivas comunidades. La medida de su conversión será la aceptación del primado del Papa y la aceptación de la doctrina expresada en el Catecismo de la Iglesia Católica.
En todo caso, las comunidades listas para pasar a la Iglesia católica hacen parte del ala "tradicionalista" de la Comunión anglicana.
Así como son tradicionalistas las comunidades cismáticas lefebvrianas con las cuales Benedicto XVI está intensificando los esfuerzos para que vuelvan a la obediencia de Roma.
Y como son apegadas a la tradición las Iglesias ortodoxas con las que el encuentro parece más fructífero, con el actual pontífice. Del 16 al 23 de octubre estuvo en curso en Chipre el segundo encuentro - el primero fue en Ravena en el 2007 – del dialogo entre católicos y ortodoxos sobre la cuestión del primado del Papa, a la luz de cómo fue vivido en el primer milenio.
Hoy más que nunca, con Joseph Ratzinger Papa, el camino ecuménico se presenta no como un recurso de la modernidad, sino como un reencuentro en el terreno de la tradición.
Autor: Sandro Magister
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