viernes, 9 de octubre de 2009

HACERSE CARGO


ALTERNATIVAS SOLIDARIAS

ECLESALIA, 09/10/09.- Hay muchos tipos de miradas ante una misma realidad. Las hay en exceso meticulosas, que se pierden en enmarañados análisis, y se les escapa la vida. Las hay superficiales, que se alienan haciendo zapping continuo para no sentirse afectadas. Están las curiosas, que se deleitan en banales detalles, para disimilar su pertinaz envidia. A menudo nos atacan miradas prepotentes, que publicitan su cansina incapacidad para aceptarse como son. En todas éstas el centro es el propio ombligo, el yo el señor absoluto de haciendas y enseres, de personas convertidas en cosas que se poseen, cada una con un valor meramente utilitario al servicio del propio bienestar.

Son las miradas del capitalismo en zapatillas, al que nos hemos apegado como si de nuestro hogar natural se tratase. Sorteamos las embestidas cíclicas de sus punzantes lanzas, procurando que sólo nos rocen y caigan de lleno en carnes de otros, a los que sólo de soslayo vislumbramos. Poco nos importan sus nombres, la historia que nos puedan relatar, la experiencia que nos quisieran narrar, la situación sangrante que arrastran de aquí para allá. ¿Son las desolaciones causadas por el invencible gigante, al que no se puede cuestionar so pena de vernos también nosotros aplastados? ¿No hay alternativas? ¿Únicamente capear el temporal y esperar pasivamente tiempos de bonanza especulativa y de beneficio desmedido?

Estamos en tiempos de crisis, de miradas desconfiadas y mezquinas. Sin embargo, creo que esta crisis no es una más, que no tiene su origen tan sólo en unas despreciadas hipotecas inmobiliarias ni en la bajada de los valores bursátiles, ni siquiera sólo en una política monetaria netamente planificada al servicio de los grandes acaparadores. La crisis es más profunda. Afecta tanto a la economía como a la cultura, a las contabilidades familiares como a los valores humanos, al ladrillo como al proceso de humanización, a los bolsillos como a los grandes escollos de la democracia burguesa, al consumo como a la pérdida de rumbo de las grandes religiones y de la imperante filosofía raquítica narcisista. Pienso que nos encontramos inmersos en una crisis global de humanidad, de las que ha habido únicamente tres o cuatro en el curso de la historia.

Esta crisis, como todas, las personales y las globales, puede ser oportunidad. Y no estoy pensando en cómo aprovecharse de ella para engordar el propio talego a costa de otros. En lo que a economía se refiere tengo algo claro: la sociedad civil ha de urgir a los gobiernos e instituciones públicas a poner límites a los beneficios; mi propuesta ética consiste en considerar injusto el beneficio ilimitado en cualquier tipo de actividad económica y en reconocer el derecho de toda la ciudadanía a que revierta sobre ella una buena parte de lo que hoy es puro lucro particular, sea en forma de inversiones e incentivos públicos para la creación de empleo, la mejora y ampliación de los servicios y ayudas sociales, la atención prioritaria a los sectores más débiles, así como en la oferta de grandes dosis de cultura y de interculturalidad.

Pero lo afectado es más amplio: la crisis climática y energética, que hiere gravemente a la madre Tierra; el neocapitalismo que esparce lastres de pobreza y miseria por doquier, especialmente en los países del Sur; el europeocentrismo, que ce considera superior a otras culturas e impone la suya en forma de neocolonialismo globalizador; la crisis de valores humanos, en la que lo que pierde es la confianza de la humanidad en sí misma.

Y está también la crisis de fe que sufren las grandes religiones, que reaccionan a la defensiva en forma de fundamentalismos de aire soberbio, neoconservadurismos estériles, ausencia de autocrítica, que se refugian en liturgias de cumplimiento carentes de corazón y vida, ejerciendo la discriminación y apretando el freno miedoso contra la plena democracia en su interior, enrocándose en sus privilegios. La gran oportunidad para las religiones pasa hoy por ser abanderadas de la libertad, los derechos humanos y su constante ampliación, por ser voz y rostro de los empobrecidos, por ofrecer acogida y hogar, por la igualdad de mujeres y hombres, por la supresión de jerarquías nombradas al gusto de quienes dominan, por defender la laicidad política y religiosa. Y como salsa que aglutine todos los guisos ofrecer una espiritualidad que ayude a aumentar la fe, que es para todos la confianza del ser humano en sí mismo, en comunión con los otros y la naturaleza. Sólo así es posible la fe en Dios, el gran enamorado de la humanidad.

Mujeres y hombres de diversos aledaños de la Iglesia y de otros entornos queremos buscar juntos alternativas solidarias en la crisis, porque tenemos fe en que otro mundo es posible. Queremos dialogar en libertad para poder aportar pistas y caminos, desde nuestras Redes Cristianas hasta muchas otras redes y personas, con una mirada atenta y confiada, haciéndonos cargo de la realidad para ofrecer nuestras manos. Una mirada solidaria.
Eusebio Losada

(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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