viernes, 16 de octubre de 2009

EL MÁS VELOZ



El pez vela es el más veloz de los peces marinos al alcanzar una velocidad de 30 metros por segundo lo que supone unos 109 kilómetros por hora. O sea que podría atravesar a lo largo una pileta olímpica en menos de un segundo.

Esta velocidad la logra gracias a un pedúnculo caudal muy poderoso, además se supone, que la prolongación de su mandíbula superior es una ayuda para hender las aguas al favorecer su hidrodinamia. Con sus tres metros de envergadura y sus cien kilos de peso es, además, uno de los animales más elegantes del océano.

Frecuentemente se lo suele confundir con el Merlín o el pez espada, con los que tiene en común sus espectaculares saltos fuera del agua, pero pertenecen a familias diferentes.

Lamentablemente, está considerado como el más noble de los peces que se pueden pescar ya que ofrece una gran resistencia al tratar por medio de fuertes carreras subacuáticas y espectaculares saltos librarse del anzuelo que le perfora la mandíbula.

El pescador, orgulloso de su presa, debe mantener firme el sedal para impedir que su víctima escape a la suerte a que ha sido destinada, la de un vano trofeo y un modelo para fotografiar en el muelle.

En 1963 se conseguían presas con un peso promedio de 120 Kg. Hoy se considera una presa excelente a la que llega a pesar 40 Kg. lo que demuestra que los ejemplares que se están pescando actualmente son juveniles y que la pesca indiscriminada no permite que los perseguidos peces vela no consigan llegar a adultos.
Tito Rodríguez
Director Instituto Argentino de Buceo

Así como el Pez Vela es atrapado en su juventud porque por su pericia al escapar se convierte en un trofeo apetecido, de la misma manera es con los jóvenes. La niñez y la juventud son el trofeo apetecido de este mundo, y del enemigo de las almas. Satanás sabe que si logra atrapar a un joven o un niño, habrá destruido toda una vida. Amado joven, no te dejes atrapar por el sistema de este mundo y decide hoy escapar del lazo del cazador.

No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh Señor. Salmo 25:7

, Soberano Señor, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud. Salmo 71:5

Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio. II Timoteo 2:22

No hay comentarios:

Publicar un comentario