lunes, 31 de agosto de 2009

¿TENDREMOS CAMBIOS ESPIRITUALES EN EL CIELO?

Nuestra transición al cielo resultará en un cambio de nuestra naturaleza espiritual.

Mark Twain una vez afirmó sarcásticamente que en el Cielo, durante doce horas del día, todos cantaremos un himno una y otra vez. ¡Difícilmente un pensamiento atractivo! La Biblia, sin embargo, pinta un cuadro muy diferente de cómo será la vida en el Cielo. Considere sólo algunas de las características más significativas del Cielo. Primero, sabemos que nuestra transición al cielo resultará en un cambio de nuestra naturaleza espiritual. Pablo habló de "la esperanza de la justicia" que aguardamos (Gálatas 5:5); la expectativa de ser hechos completamente justos. En Romanos capítulo 7 habló de ser liberados de la lucha interna contra el pecado que mora dentro, mediante la liberación de nuestro cuerpo mortal (Romanos 7:23-24). Juan dijo que cuando Jesús aparezca, "seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2). Aun ahora, se nos dice que mientras contemplamos "la gloria del Señor" estamos siendo transformados gradualmente en Su imagen (2 Corintios 3:18). Un día lo veremos "tal como Él es". ¡Y cuando lo hagamos, habrá algo en nuestra visión de Él que purificará nuestros corazones de todo pecado y nos ligará eternamente a Él! Un resultado de esta transformación será el perfeccionamiento de las relaciones entre nosotros. Sobre la tierra, aun entre los más maduros entre nosotros, nuestras relaciones son estorbadas por barreras creadas por el temor, el orgullo, la envidia y la vergüenza. Pero la Biblia dice que "el perfecto amor echa fuera el temor" (1 Juan 4:18). Cuando aprehendamos por completo el amor perfecto que Dios tiene para nosotros y seamos limpiados del pecado que mora actualmente en nosotros, las relaciones entre nosotros serán finalmente las que Dios quiso que fueran.

Segundo, en el Cielo nuestra comprensión de la naturaleza de Dios será ampliada grandemente. El apóstol Pablo dice que "ahora vemos por espejo, oscuramente" pero entonces "veremos cara a cara" y "conoceremos como fuimos conocidos" (1 Corintios 13:12). Estoy convencido de que será este conocimiento el que nos moverá a unirnos en forma espontánea al coro celestial para cantar himnos de alabanza al Dios Todopoderoso. De los pocos atisbos de la adoración celestial que se nos conceden en las Escrituras, aprendemos que nuestra alabanza de Dios estará enfocada tanto en Quién es Él - el Dios eterno, santo y todopoderoso (cf. Isaías 6:3; Apocalipsis 4:8) - como en lo que Él ha hecho (Apocalipsis 4:11; 5:9-14). Si nuestra adoración de Dios está acallada ahora, es al menos en parte porque todavía no comprendemos plenamente la grandeza de Su gloria y lo sobrecogedor de Su obra creadora y redentora. Pero en el Cielo obtendremos una percepción mucho más clara de la sabiduría de Dios, desplegada en las complejidades de Su creación, y de Sus propósitos maravillosos manifestados en Su obra redentora. Algunos se han preguntado cómo podríamos ser felices en el cielo sabiendo que algunas de las criaturas de Dios están soportando Su juicio eterno. Parece aparente, sin embargo, que en el Cielo obtendremos una perspectiva mucho más clara de la justicia de Dios (cf. Apocalipsis 18:20; 19:1-4). Tal vez la felicidad más perfecta del Cielo sea imposible sin algún elemento de tristeza por la pérdida eternal de aquellos que han rechazado la gracia de Dios. No hay duda, sin embargo, que muchos de los misterios de la vida y de los caminos de Dios en nuestras vidas individuales se entenderán mucho más claramente, llevándonos a unirnos en Su alabanza.

Finalmente, hay toda razón para creer que habrá una oportunidad de crecimiento en el Cielo… No crecimiento hacia la perfección, sino crecimiento en la perfección. Como hombre, Jesús era por cierto perfecto. Sin embargo, las Escrituras nos dicen que Él "crecía en sabiduría, en estatura y en favor con Dios y con los hombres". Las Escrituras también nos dicen que una de las tres virtudes que permanecerán por siempre es la esperanza (1 Corintios 13:13). Y qué la esperanza sino la expectativa de cosas cada vez mejores que están por venir... ¡la perspectiva de todos aquellos para quienes el Cielo es nuestro hogar eterno!
Autor: Rick Rood

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