HEREJÍAS GNÓSTICAS Y PRÁCTICAS ANTICATÓLICAS ESTÁN EN SU IDEOLOGÍA
«Todos caballeros», exclamó Carlos V allá por el siglo XVI. Hoy, por extraño que parezca, seguimos montados a caballo, bien como templarios, cruzados o paladines. Si cabalgase todavía el señor don Quijote sobre Rocinante, habría de verse su lanza con multitud de falsos colegas.
(Mar Velasco, R.Beretta/ReL) Está claro: a los molinos de viento ya no los mueven los gigantes, sino la Nueva Era, y el esoterismo en masa, aparentemente inocuo, es el caballo de Troya de otros tantos entuertos. Quizá por eso, una revista italiana que se ocupa habitualmente de movimientos religiosos, «Religioni e sette nel mondo», del Grupo de Búsqueda e Información Socioreligiosa (GRIS), dedicó un número a las «Órdenes de Caballería» contemporáneas, con el objetivo de distinguir entre verdaderos lanzarotes y falsos neotemplarios. Según el GRIS, bajo la armadura rutilante de los nuevos paladines, entre una película de moda y un juego de rol, se esconde más de un peligro para la fe.
Algo más que caballeros.
Se trata de levantar la celada y desenmascarar al templario usurpador. Sobre todo, para defender a espada «a una institución, la de la caballería, que ha acompañado el nacimiento y el apogeo de la civilización cristiana medieval» y repartir mandobles contra la «falsificación contemporánea de la caballería, sea con fines engañosos o neoespiritualistas». Sobre todo hoy que «gracias a novelas de ciencia-ficción y sagas tolkienianas» el espíritu de la fascinación de la Tabla Redonda y de sus émulos atrae sobre todo a los más jóvenes. La revista publicó un elenco de hermandades pseudocaballerescas, desmentidas por la ley italiana e incluso por la Santa Sede: desde los «Caballeros del Templo de Salomón» hasta los sediciosos «Templarios de Occidente» y otros inventos.
Pero preocupa más todo el entramado de prácticas iniciáticas que desembocan en cultos esotéricos y un paganismo soterrado. «Por medio de una pretendida conexión 'oculta' con la Orden del Temple» - afirma la revista - «un gran número de grupúsculos atraen a un vasto público, sobre todo jóvenes, hacia ambientes en los que se difunden doctrinas, leyendas y teorías con valores y prácticas claramente anticatólicas, de raíz o derivación masónica». Es el caso del celebérrimo «Código da Vinci», en el que, bajo apariencia de novela, se unen templarios y herejías gnósticas que introducen en el lector la idea de que existe un círculo de iniciados en posesión de ideas secretas (Cristo no ha muerto en la cruz, se ha casado, ha tenido hijos...) que la Iglesia se supone que intenta ocultar para seguir manteniendo su poder.
El movimiento neotemplario difundido en Europa desde el siglo XVIII en adelante - cuentan el historiador Franco Cardini y el psicoterapeuta Adolfo Morganti - a menudo ha sido utilizado por la masonería con función antipapal. El GRIS se lamenta de que exista en Italia «una proliferación de iniciaciones, ceremonias, investiduras, tanto privadas como públicas, a menudo realizadas en el interior de ambientes sagrados y quizá en la presencia de miembros del clero católico». De ahí la necesidad de defender y relanzar la verdadera caballería en el sentido cristiano, donde el combate se vuelve esencialmente espiritual: «El miles Christi tiene como misión 'la defensa del Reino de Dios sobre la tierra' y la 'santificación del caballero' mediante el servicio prestado al prójimo, especialmente con los pobres y los necesitados».
Publicado el 15 Julio 2009
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