El asiento vacío habla con elocuencia. A pesar de que su mensaje no es agradable, todos lo pueden oír.
§ Al predicador el asiento vacío le dice: “Tu sermón no vale”.
§ Al que visita la iglesia, le advierte: “Ya ves, vamos perdiendo terreno”.
§ Al nuevo que busca una iglesia donde asistir: “Vale más esperar a ver lo que pasa aquí”.
§ Al tesorero de la iglesia: “¡Cuidado! ¡Habrá un déficit!”.
§ A la madre que preparó la cena: “No me importa lo que haces para mí”.
§ Al compañero de trabajo: “Trabaja por mí que yo llegó mas tarde”.
§ Al músico: “No me interesan tus horas de ensayo y disciplina”.
§ A los miembros presentes les aconseja: “Ustedes también pueden ausentarse el domingo próximo”.
§ A los verdaderos fieles les aconseja: “Trabajad, invitad, orad, orad, llenad esos asientos vacíos”.
El asiento vacío testifica contra los cultos. Mata la inspiración, ahoga la esperanza. Aleja el celo y es un peso desanimador para toda iglesia.
Por otro lado, el asiento ocupado es un ala, es un estímulo, es un incentivo y una inspiración al predicador y a toda persona que ama al Señor Jesús.
Hay muchos lugares donde hay asientos vacíos. Y sus mensajes son desperanzadores. Pero los asientos ocupados trasmiten la esperanza, la confianza y el vale la pena seguir, porque hay frutos que recoger en el camino.
¿Cerca de ti hay un asiento vacío? Busca a la persona que debería estar ahí, quizás esta desanimada, frustrada o desilusionada y tú podrías hoy marcar una diferencia para ella o él. El asiento vacío gime esperando que tú hagas algo por volverlo a llenar.
“Tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío” 1 Samuel 20:18.
No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. Heb 10:25
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