jueves, 30 de julio de 2009

MI HIJA... NO ME TIENE CONFIANZA


En este mensaje tratamos el siguiente caso de una mujer que «descargó su conciencia» de manera anónima autorizándonos a que la citáramos:

«Tengo una hija de quince años. Desde que cumplió los quince, la siento más alejada de mí... Ella ahora no tiene confianza conmigo... Tiempo atrás... anduve... cometiendo muchos errores... Estuve con muchos hombres. Mi hija conoció a cuatro de ellos. Yo sé que le di mal ejemplo. Creo que por eso ella no me tiene confianza. Prefiere hablar con sus amigas que conmigo... y me duele mucho que no me cuente sus cosas. Quiero ser una amiga, mamá, compañera, confidente; pero no lo consigo. Por favor, necesito un consejo»

Este es el consejo que le dimos.

Estimada amiga:
Casi toda madre que haya tenido una hija adolescente puede identificarse con lo que usted está sintiendo. Se debe a que, en casi toda relación entre padres e hijos, tarde o temprano es de esperarse la experiencia que usted ha tenido con su hija.

Su hija ya no es una niña. Ya casi es adulta, y eso implica independencia de sus padres. Como ella ansía llegar a ser toda una mujer, la aleja a usted a fin de hacer lo posible por independizarse cuanto antes. Cuando les tiene confianza a sus amigas y no a usted, ella está estableciendo un límite entre usted y ella. No es señal de que la esté rechazando a usted, sino de su deseo de independencia...

Todos hemos hecho cosas que no debimos haber hecho. El apóstol Pablo dijo que todos hemos pecado y que por eso estamos privados de la gloria de Dios. Usted está sintiendo una gran culpa a causa de su pecado pasado. Para que sea posible librarse de la culpa de ese pecado, tiene que pagarse un castigo. ¿Cuál es, entonces, ese castigo? San Pablo nos dio la respuesta más adelante: «La paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor» Con esa declaración dejó en claro que, si bien el castigo de nuestro pecado es la muerte, Jesucristo pagó ese castigo en nuestro lugar cuando murió en la cruz.

Ahora usted no tiene que hacer más que aceptar la muerte de Cristo en reemplazo de la suya, y pedirle a Dios que la perdone y que le conceda la vida eterna que Él ofrece. Cristo jamás pecó, así que el castigo que pagó fue en el lugar de usted. Él borrará no sólo el pecado que usted ha cometido, sino también el gran peso de la culpa que sigue sintiendo. Pídale en oración que lo haga ahora mismo...

Es posible que algún día se cumpla el deseo que usted tiene de ser la amiga, compañera y confidente de su hija... Por ahora, conténtese con ser una buena madre. Ámela aun cuando ella no corresponda a su amor. Acéptela aun cuando ella la rechace a usted...
Le aseguramos que valdrá la pena.
Linda y Carlos Rey

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