miércoles, 24 de junio de 2009

NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA


Conmemoración: 24 de junio.

Oh bienaventurado Juan tú que has bautizado al Hijo de Dios, tú que estabas lleno del Espíritu Santo aún antes de nacer Y reconociste a Dios antes que el mundo lo conociese. Tú reconociste a la Madre de tu Dios antes que tu madre la saludase., amigo de Dios, intercede por nosotros…”
Oración de San Anselmo de Canterbury.

Hoy 24 de Junio, celebramos la Natividad de san Juan Bautista, quien junto a Jesús y María, son los únicos de los cuales se celebra el nacimiento a esta vida. Profeta y mártir. Vivió en el siglo I. Hijo de Zacarías - sacerdote del templo - e Isabel, quien era pariente de la Virgen María. Su nacimiento fue obra de Dios, pues su madre era de avanzada edad (Lc I 5-25).

San Juan el Bautista es el ejemplo del que dio a su vida biológica pleno sentido al jugarla por Cristo. Al respecto recordemos las palabras que Juan Pablo II pronunciase durante la Homilía de la Santa Misa en Ucrania en el año 2001 con motivo de su natividad:
Contempla, en este día, a san Juan Bautista, modelo perenne de fidelidad a Dios y a su ley. Él preparó a Cristo el camino con el testimonio de su palabra y de su vida. Imítalo con dócil y confiada generosidad... Es ante todo modelo de fe. Siguiendo las huellas del gran profeta Elías, para escuchar mejor la palabra del único Señor de su vida, lo deja todo y se retira al desierto, desde donde dirigirá la invitación a preparar el camino del Señor... Es modelo de humildad, porque a cuantos lo consideran no sólo un profeta, sino incluso el Mesías, les responde: "Yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las sandalias"... Es modelo de coherencia y valentía para defender la verdad, por la que está dispuesto a pagar personalmente hasta la cárcel y la muerte

Celebramos un nacimiento que nos recuerda el tuyo, el mío. Lo cierto es que para nosotros los cristianos, el don más grande es el de ser hijos de Dios y el alma que desea ser hijo de Dios no puede más que engendrar en ella al mismo hijo de Dios: Jesús, quien fue engendrado y nació de una mujer María Santísima.

Sin embargo, qué puede estar impidiendo que reconozcamos a ese Dios que desea engendrarse en nosotros… Se habla de tres obstáculos en este reconocimiento de Dios: la sujeción interior al tiempo, al cuerpo y a las cosas. Mientras que el corazón sea esclavo de estas tres cosas, Dios no puede engendrar a su hijo en nosotros. Esa avidez del corazón nos crea el deseo de tomar y poseer muchas cosas, perdiendo precisamente lo que buscamos poseer.

Todo el tiempo que existe en nosotros, con todo lo que lo llena, hace entonces que Dios no pueda habitar ni engendrar a su hijo en nosotros. En realidad, todo debe salir de nosotros sin cesar para que Dios pueda entrar (y engendrar a su hijo en nosotros). Y así, libres, siempre gozosos, se dará entonces la plenitud del tiempo, y el hijo de Dios nacerá en nosotros.

Hoy pidamos a nuestro Señor que nos ayude a vaciar nuestro corazón de todo aquello que no permite que Jesús nazca en él… y de ese modo a ejemplo de San Juan Bautista convertirnos en lámparas encendidas, portadores de esperanza y amor para todos aquellos que necesitan de un corazón lleno del amor misericordioso de Jesús.
Jesús te ama.

Tú que velas en la noche, ¡gozosa está la luz! Tú eres lámpara encendida y reluciente hasta el alba esperada desde hace siglos Precedes al día, llevas la esperanza; Iluminas al hombre en su búsqueda de amor y vuelves a llevar su corazón a la inocencia… ¡Preparas nuestro tierra para la Pascua de Dios! Nos anuncias un bautismo de fuego: que inflama la vida de todos los seres. Tu luz disminuye, otra se revela Es Dios que sube y se adelanta a tus pasos: En la aurora de Cristo, ¡alegría perfecta!
Oración monástica


Compartamos una reflexión sobre San Juan Bautista de la mano de Jean Steinmann:
El resplandor, el poder de un hombre se mide por la repercusión, el resplandor de su llamado, aún más allá de la muerte. San Juan Bautista pertenecía a esa gran raza de héroes y de santos que invitan a la humanidad a un impulso místico. Más tarde, los grandes monjes, aún sin saberlo quisieron recomenzar su vida en el Desierto…

En efecto, bajo miradas superficiales, Juan Bautista podría parecer el testimonio de un estado primitivo y rápidamente pasado de moda de la prédica evangelizadora. El tuvo la misión de preparar los corazones y oídos disponibles al Mensaje de Jesús. Sin embargo, una vez proclamado el Evangelio, ¿acaso no ha caducado esta preparación a nivel histórico?

Sin duda, al tomarla en él mismo, la enseñanza de Juan es una etapa que ha pasado de moda en el progreso de la Revelación. Sin embargo, aunque el Evangelio haya sido proclamado íntegramente, podemos decir que la preparación necesaria para acogerla aún permanece. No solamente los progresos de la difusión de la Buena Nueva necesitan reanudar sin cesar la preparación joánica, sino también cada cristiano debe recomenzar por su cuenta y esforzarse en recibir la verdad del Evangelio como si fuera inédita.

Juan es el precursor eterno en este esfuerzo. El desempeña en el Cristianismo el mismo rol que el Antiguo Testamento que resume en su persona y en su mensaje; la Iglesia, según la palabra del Señor, la ha considerado como realizada por Cristo pero no anulada. Situado en el umbral de la Nueva Alianza, Juan Bautista predica y prepara la venida del Mesías, recogiendo la enseñanza de los Esenios, flor de la piedad judía, lo mejor de la doctrina apocalíptica. Y él sanciona el rito bautismal que permite la entrada en el Reino. En la actualidad, gracias a nuestros descubrimientos del Qumrán, Juan Bautista es el testimonio de un tiempo. Su presencia y su prédica explican la reaparición en el Evangelio de un vasto movimiento ascético que sin él, parecería no estar ligado al Evangelio.
Fuente: croire.com

Compartamos algunas reflexiones sobre el ejemplo de vida de San Juan Bautista:
§ ¿No gritaríais de buena gana a la juventud que bulle alrededor vuestro: ¡locos!, dejad esas cosas mundanas que achican el corazón... y muchas veces lo envilecen..., dejad eso y venid con nosotros tras el Amor? (San José María Escrivá de Balaguer - Camino 790)
§ Pequeño amor es le tuyo si no sientes el celo por la salvación de todas las almas. Pobre amor es el tuyo si no tienes ansias de pegar tu locura a otros apóstoles. (San José María Escrivá de Balaguer - Camino 796)
§ ¡Qué compasión te inspiran!... Querrías gritarles que están perdiendo el tiempo... ¿Por qué son tan ciegos, y no perciben lo que tú - miserable - has visto? ¿Por qué no han de preferir lo mejor? Reza, mortifícate, y luego - ¡tienes obligación! - despiértales uno a uno, explicándoles - también uno a uno - que, lo mismo que tú, pueden encontrar un camino divino, sin abandonar el lugar que ocupan en la sociedad (San José María Escrivá de Balaguer - Surco 182)
§ Cuando te lances al apostolado, convéncete de que se trata siempre de hacer feliz, muy feliz, a la gente: la Verdad es inseparable de la auténtica alegría. (San José María Escrivá de Balaguer - Surco 185)
§ Eres, entre los tuyos - alma de apóstol -, la piedra caída en el lago. Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo... y éste, otro... y otro, y otro... Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión? (San José María Escrivá de Balaguer - Camino 831)

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