Esta semana me ha llamado la atención el fichaje de Kaká por el Real Madrid. En primer lugar, por lo elevado de su precio.
El club Merengue ha pagado unos 70 millones de Euros al Milán por sus servicios, aparte de los 10 millones de Euros anuales que tendrá que abonarle al jugador en concepto de ficha. Excesivas cifras cuando cada vez más familias de este país sufren para llegar a fin de mes y para hacer frente a sus insidiosas hipotecas. No obstante, no me voy a centrar en el apartado económico, que podríamos extrapolar a cualquier futbolista o cantante de élite.
Más allá de este disparate económico, que evidentemente responde a los no menores ingresos que produce el mundo del fútbol, me llamó la atención el que Kaká se presentara como un profundo creyente en Cristo. Ciertamente no profesa la fe católica, ya que pertenece a la rama Evangélica de los “Atletas de Cristo”, pero su profunda fe en Dios y en Cristo merece ser tenida en cuenta por quienes pertenecemos a otro credo pero respetamos la diversidad de las Iglesias cristianas.
Cuentan que la enorme fe de Kaká nace cuando en su adolescencia sufrió un accidente en un trampolín, dónde se fracturó una vértebra y peligró su incipiente carrera como futbolista. Allí se encomendó a Cristo y pudo recuperarse plenamente de su lesión. Dicen los periodistas deportivos que Kaká destaca por el respeto a sus compañeros y rivales en el césped, además de por un exquisito comportamiento fuera de los terrenos de juego.
Nacido en una familia acomodada, Kaká reconoce que le encanta rezar y leer la Biblia en su tiempo libre. Le encanta la vida familiar, no fuma - creedme, muchos futbolistas lo hacen, es famoso el caso de Cruyff -, no bebe, no le gusta la noche… en fin, que no es el típico brasileño…
Es un crack silencioso, nada excéntrico, casado con su novia de toda la vida Carolina Celine desde 2005. Kaká profesó públicamente haber llegado los dos vírgenes al matrimonio por convicciones religiosas, lo cual no es moco de pavo para los tiempos que corren.
Cuando gano el Scudetto - La liga - italiana en 2004, Kaká, lejos de exhibir banderas independentistas, nacionalistas, patrióticas o autonómicas (como hemos visto recientemente en España) endosaba una camisa donde se podía leer: “I belong to Jesús” “Yo pertenezco a Jesús”.
Lejos de una vida disoluta como la que llevan muchos futbolistas, autoelevados a inmensos pedestales y ciegos por la fama, Kaká ya ha mostrado que hará cuando “cuelgue las botas”: ¡Su deseo es convertirse en pastor protestante!
Felicidades al Real Madrid porque ha fichado a un gran jugador pero a una mejor persona.
p. Jaime Salado de la Riva
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