sábado, 16 de mayo de 2009

PASCUA DE RESURRECCIÓN


¡Aleluya, Cristo ha resucitado y nos trae la alegría!
Las estrellas revolotean sobre nosotros…
¡Cristo ha resucitado y nos trae la alegría!
El viento sopla con fuerza…
¡Cristo ha resucitado y nos trae la alegría!
Los pájaros entonan los más alegres cantos…
¡Cristo ha resucitado y nos trae la alegría!
Los ángeles se han detenido y componen un poema…
¡Cristo ha resucitado y nos trae la alegría!
Repiquen las campanas, den la señal,
¡Cristo ha resucitado y nos trae la alegría!
Alabado seas Señor, todo está en Ti,
¡Cristo ha resucitado y nos trae la alegría!
¡Aleluya, Aleluya, Aleluya!

Hoy junto a la iglesia en todo el mundo nuestro corazón canta: ¡Aleluya! ¡Jesucristo ha resucitado! ¡Y nosotros con Él! Ha traído la Alegría, la Paz y el Amor a nuestros corazones… ¡Gracias Señor! Y este ¡Aleluya! es como te manifestamos nuestro gozo por la Luz, el Sentido y el Valor de nuestras vidas que los renuevas con Tu Amor.

Entonamos con mucha alegría ¡Aleluya! De nuestro corazón sólo Tú puedes arrancar esos cantos de júbilo…Bailamos…Aplaudimos… Sonreímos…Corremos a abrazar. De nuestros corazones se desborda el Amor…Tu Amor…Es el día de los días, el día que hizo el Señor, la tumba está vacía, la muerte ha sido vencida y se nos han abierto de par en par la puertas del Cielo con la entrada de Jesucristo en su Gloria, en la cual nos introduce a nosotros con una esperanza tan cierta que es como si ya estuviéramos en ella…”

Celebramos cada año la Pascua de Nuestro Señor, recordamos y revivimos sus gestos y sus palabras, y de ese modo confesamos nuestra fe en la Resurrección de Jesucristo y creemos que aún hoy ésta tiene un gran valor y significado para nuestras vidas y para toda la historia de la humanidad. Si la Pascua de Jesucristo tiene sentido hoy para nosotros los cristianos, somos contemporáneos a la Pascua y la Pascua es contemporánea a nosotros. De hecho, aún hoy en día, ésta es sinónimo de salvación si cada cristiano se adhiere a la Pascua con toda su existencia. Confesar cada año en la liturgia de la Pascua del Señor que Jesucristo ha resucitado entre los muertos significa gritar a cada ser viviente y a toda la creación que “¡El Amor es más fuerte que la muerte!”

Creemos en la resurrección, y eso nos hace cristianos. Y la resurrección no nos sirve para procurarnos dinero, trabajo o salud, ni para prolongar el número de nuestros días…Sino que nos sirve para situarnos en la luz, y darle sentido a nuestra vida, valor a nuestra condición humana y eso no es Nada. La vida nueva no es sólo para pasado mañana...Nuestra vida terrestre lleva la señal de esa vida nueva, abierta para Jesús. En el corazón de nuestras heridas, pruebas, errores, existe un germen de vida, una buena semilla ya en acción… más allá de esta vida.

Y si hacemos memoria, aún sus primeros discípulos se tomaron un tiempo para reconocerlo después de la Resurrección…Y es que se hace tan próximo a nosotros que no le reconocemos de inmediato. Le reconoceremos en aquella misión de testigos que Jesucristo mismo nos confiará, en la Eucaristía, en la Paz que nos dará… ¡Es extraordinario! ¿No es su Resurrección, desde hace más de dos mil años, la fuente de vida, de renovación, de reconciliación, de amor verdadero, de compromiso y de servicio en las vidas de tantos testigos?

Hoy nuestros corazones perciben la Resurrección de Jesucristo con indicios de su presencia en nuestro mundo. Como dicen, muchos destellos que hablan de una luz mayor. Mil sonidos leves que auguran una sinfonía espléndida. Colores que apuntan a un gran cuadro hermoso. El resucitado en nuestro mundo está vivo, en la acción del Espíritu…Y lo genial de todo esto…se nos ha regalado de creer y vivir todo esto…Jesús vive… “¡Jesucristo ha resucitado y nosotros somos sus testigos!...

¡Aleluya! Nos toca vivir, construir, anunciar y proclamar… porque hemos tenido la gracia de escuchar ya un mensaje que aún tiene que llegar muy lejos…

Junto a María Santísima, guía y compañera infatigable de camino, presente este año en el Jubileo de las apariciones de Lourdes, de manera dulcemente providencial...tenemos otro regalo, hemos pasado a la Gruta de Lourdes…y cada vez que lo hagamos nunca saldremos como entramos…saldremos de manera opuesta a la que entramos, en el corazón, en el cuerpo, en el espíritu...como aquella vez en nuestro bautismo… ¿Qué ha ocurrido? En el trayecto, hemos percibido la fuente, Jesucristo Resucitado, fuente del agua viva…a quien estamos llamados a anunciar por todas partes, es la noticia que ningún medio de comunicación social tendría que dejar de señalar: ¡JESUCRISTO HA RESUCITADO!
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
Jesús te ama

¡Cristo ha resucitado entre los muertos! ¡Aleluya!
La victoria pascual no puede recibirse pasivamente, estamos llamados a ajustarnos a ella de manera activa, lo que siempre significa ir más allá de nuestra experiencia,del momento o de nuestra lasitud.

Sí, dejémonos tomar por el gozo de la Pascua, dejemos que su dinamismo alcance aquella parte de nosotros mismos que no espera más que amar, liberarse, y entrar en la vida de Dios.

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