Dos ratoncitos, uno optimista y otro pesimista, cayeron al mismo tiempo en dos vasijas que contenían leche.
El ratoncito pesimista dice:
-“No puedo salir de este cacharro, porque las paredes son muy lisas. No puedo respirar en la leche, voy a asfixiarme, estoy perdido”
Y, en efecto, se asfixia y muere.
El ratoncito optimista no sabe tampoco qué hacer; pero como es optimista trata de hacer algo y se agita en todos sentidos. Como se está moviendo continuamente, bate la leche con tanto vigor que ésta se transforma en mantequilla. El ratoncito entonces se sienta sobre la mantequilla y puede respirar libremente.
Esto prueba que quien posee un carácter optimista hace siempre algo, aun cuando no sepa qué hacer para salir en una situación difícil; pero sigue luchando y confiando en Dios y él es poderoso para hacernos “más que vencedores”.
Romanos 8:28: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
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