"Cuaresma", y me venía a la mente: flagelación, penitencia, cilicios, ayunos y abstinencias, recuerdo atormentador de los pecados...
Se acaba la CUARESMA y me da miedo, porque es una trampa donde yo he caído muchos años y lo peor es que he hecho caer a otros, sobre todo adolescentes y jóvenes, en mi labor de educador cristiano.
No fue maldad, sino ignorancia, presión religiosa social: se hacía así y se tenía que hacer así; y falta de madurez y de vivencia por mi parte, del cristianismo auténtico, fundado, de modo privilegiado, en el Evangelio.
"Cuaresma", y me venía a la mente, a mi recuerdo, a mis imágenes, a mi sensibilidad: flagelación, penitencia, cilicios, ayunos y abstinencias por los pecados cometidos y para evitarlos en el futuro. Mortificaciones, recuerdo atormentador de tus pecados. Miedos, angustias y susto al borde del abismo del infierno. Procesiones penitenciales, empalados, encadenados, hasta crucificados, costaleros penitentes, nazarenos con cruces pesadas, tamboreadas de dolor y de arrepentimiento y más y mucho más, porque en cada pueblo y cultura hemos traducido a nuestra manera una cuaresma que nos han predicado en cientos de años más o menos, de rigor, con tremendismos espeluznantes, oliendo ya a azufre y las llamas saliendo del averno.
Me la han predicado mal y lo malo, como os decía antes, es que yo también la he predicado con estos matices, sobre todo a mis alumnos, en mi vida de docente cristiano. Ahora, mayor, estoy de vuelta de tantas cosas, que comprendí mal y me contagié de costumbres pseudo-cristianas, llenas de superstición y fetichismo. Y ahora, a la altura de más de 70 años, lo estoy viendo de distinta forma y manera, intentando llenar en “odres nuevos” el “vino nuevo”, por la fuerza del Espíritu.
Algunos estaréis reaccionando con indignación ante esta presentación de la cuaresma. Pero si tenéis tiempo, emplazo a cualquiera de vosotros, a que busque “Sermones cuaresmales” de predicadores de los siglos XIX y XX y nos presente solo aquellos párrafos donde lo que yo retrato sobre el carácter y contenido de la CUARESMA, que se ha predicado, es sólo sombra de las expresiones de terror y de miedo que quieren infundir en los fieles escuchantes “para que se arrepientan y se conviertan” con una buena confesión, sin dejarse ningún pecado, porque el infierno les acecha.
¡Pobre CUARESMA¡ ¡Y qué gran trampa!
Continúo con el tema en otro momento y no contestéis hasta que acabe con la tercera entrega. Aun creo habrá más entregas. Esta es la primera, que busca en vosotros un sin fin de reacciones de todo género.
Que luchen en vuestro interior. Darle vueltas a vuestro pensamiento, mezclado de sentimientos hasta violentos. ¡Este EDU-MARTABAD se pasa de la raya! Toma, y a lo mejor tenéis razón... en parte.
Y sabe Dios, cuáles pueden ser vuestras reacciones sorprendentes, porque creo en la fuerza del Santo Espíritu, que hace maravillas.
¡Ayúdalos! ¡Ayúdame!
Y rezad, rezad mucho y con fe y esperanza, en estos como ejercicios espirituales que me propongo compartir con todos los que quieran escuchar ¡con calma! Para preparar y vivir este año 2004, con una mayor profundidad y una esperanza gozosa, el Misterio nuclear y cumbre del Cristianismo, que decimos que vivimos y practicamos: Cristo murió por nuestros pecados. Fue sepultado. Y al tercer día resucitó de entre los muertos. Es nuestro CREDO, nuestra GUÍA de CAMINANTES.
La cuaresma es un medio privilegiado que nos propone nuestra Madre, la Iglesia, para lograr ese objetivo, pero bueno será que revisemos con una NUEVA EVANGELIZACIÓN los contenidos y prácticas de la cuaresma, que mucho polvo se nos ha pegado en el camino de varios siglos, como les dijo también el Papa, hombre mariano hasta en su escudo, a los más de un millón de rocieros: "que se les había pegado, durante el camino, mucho polvo en sus carretas, en su peregrinación anual al Santuario de la Virgen del Rocío".
Había exageraciones y desviaciones y ese folklore no es la verdadera devoción al Misterio de esa Mujer, que con cuatro pinceladas maestras, se nos revela en los Evangelios y se nos anuncia en la antigua Alianza.
Viviremos así de una manera distinta esta cuaresma. Hay que recuperarla, purificarla, ganarla, basados sólo en los Evangelios.
Autor: P. Eduardo Martínez Abad
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