viernes, 20 de marzo de 2009

LA HISTORIA DE SHAY


En el transcurso de una cena de una obra de caridad, el padre de un niño minusválido pronunció un discurso inolvidable

Es este:
-Decimos que Dios hace todo con perfección… ¿Dónde está la perfección en Shay, mi hijo? Mi hijo no puede comprender las cosas como otros niños. Mi hijo no puede recordar como otros niños… ¿Dónde está pues la perfección de Dios? Creo que creando a un niño retrasado como mi hijo, la perfección que busca Dios es: ¿Cómo reaccionamos con este niño?…”

He aquí una pequeña anécdota para ilustrar mis declaraciones.
Un día estábamos viendo a un grupo de jóvenes jugando béisbol. En eso Shay me dijo:
-“¿Piensas que me dejarían jugar?”.

Sabía que Shay no era la clase de compañero de equipo que los chicos buscan normalmente, pero esperaba a pesar de todo que se le permitiera jugar. Pedí pues a uno de los jugadores de campo si podían dejar que Shay participara.

El jugador reflexiona algunos instantes y dice:
-Perdemos por seis carreras y estamos en la octava entrada, creo que puede formar parte del equipo y tener la oportunidad de batear en la novena entrada
Shay lanzó un suspiro enorme.

Le dijimos a Shay que se pusiera su guante y que tomara posición.

Al final de la octava, el equipo de Shay anotó pero todavía había una diferencia de tres carreras. ¡Hacia el final de la novena entrada, el equipo de Shay anota otra carrera! El equipo tiene ahora dos carreras de diferencia y todavía una posibilidad de llevarse el partido…

Cosa asombrosa, le dan el bate. Todos saben que es casi imposible ganar porque Shay no sabe ni cómo coger el bate, ni cómo golpear una pelota.

Cuando Shay se colocó sobre la zona de recepción, el lanzador se acerca algunos pasos y lanza la pelota bastante despacio para que Shay pueda por lo menos tocarla con el bate.

Shay batea torpemente el primer lanzamiento, sin éxito. Uno de sus compañeros de equipo viene en su ayuda y los dos agarran el bate, esperando el próximo lanzamiento.

El lanzador se acerca un poco más y muy despacio le echa la pelota a Shay. Con su compañero de equipo, Shay golpea la pelota que rueda hacia el lanzador que la recoge.

Habría podido fácilmente lanzarla a la primera base, eliminar de cualquier manera a Shay y haber acabado el juego. Pero en vez de eso, el pitcher lanza la pelota muy alta en el campo, lejos de la primera base.

Todos ellos se echan a gritar:
-“¡Corre a la primera base, Shay! ¡Corre a la primera base!”
Jamás habría tenido la oportunidad de correr a la primera base.

Shay galopa a lo largo de la línea de fondo, totalmente asombrado. Cuando logra la primera base, el receptor de la derecha tiene entre manos la pelota; podría fácilmente lanzarla a la segunda base, lo que eliminaría a Shay que no deja de correr. Pero lanza la pelota arriba hacia la tercera base y todos gritan:
-“¡Corre a la segunda! ¡Corre a la segunda!”

Los corredores delante de Shay se acercan a la segunda base, el adversario se dirige hacia la tercera base y exclama:
-“¡Corre a la tercera!”

Cuando Shay pasa por la tercera, los jóvenes de ambos equipos le siguen exclamando:
-“¡Haz todo el circuito, Shay!”

Shay completa el circuito, alcanza la zona de recepción y los jugadores le levantan sobre sus hombros. ¡Shay es un héroe! Acaba de hacer una gran carrera y de ganar el partido para el equipo.

Todo ese día estuvo su padre con lágrimas en los ojos.
-Estos 18 chicos alcanzaron su propio nivel de la perfección de Dios.

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