viernes, 6 de marzo de 2009

LA CUARTA RANA


Cuatro ranas estaban sentadas en un tronco que flotaba en la orilla del río.

Súbitamente, el tronco fue sorprendido por la corriente y se deslizó lentamente río abajo. Las ranas quedaron embelesadas y asombradas pues nunca habían antes navegado.

Finalmente, la primera rana habló y dijo:
§ Este es sin duda alguna, un tronco maravilloso. Se mueve cual si estuviera vivo. Jamás conocí un tronco así
Entonces la segunda rana habló y dijo:
§ No mi amiga, este tronco es como todos los troncos y no se mueve. Es el río que está caminando hacia el mar y lleva consigo el tronco y a nosotros
Y la tercera rana habló y dijo:
§ No es el tronco ni el río que se mueven. El movimiento está en nuestro pensamiento. Pues sin pensamiento nada se mueve

Y las tres comenzaron a discutir sobre qué era lo que se estaba realmente moviendo. El altercado se fue haciendo cada vez más acalorado, mas no llegaron a ningún entendimiento.

Entonces se volvieron hacia la cuarta rana que hasta aquel momento había estado en silencio, escuchando atentamente, y le pidieron su opinión.

Y la cuarta rana dijo:
§ Cada una de vosotras tiene razón y ninguna está errada. El movimiento está en el tronco y en el agua y también en nuestro pensamiento
Y las tres ranas quedaron muy enfadadas pues ninguna quería admitir que su verdad no era la verdad total, y que las otras dos no estuvieran totalmente erradas.

Entonces ocurrió una cosa extraña: las tres ranas se unieron y arrojaron al río a la cuarta rana.

Reflexión: Esta historia me hizo reflexionar sobre algunas experiencias de vida que muchos hemos tenido: cuantas veces hemos visto gente que se pelea, discute, y se rechaza mutuamente, y de modo cotidiano, para fastidio de quienes los rodean. Sin embargo, de repente, estas personas descubren un enemigo en común, y súbitamente nace una amistad y unión entre ellas que sorprende a los demás: ¡por fin se amigaron!

Sin embargo, algo llama nuestra atención, pues esa unión gira alrededor de la crítica o el ataque hacia alguien o algo en particular. ¡Se han unido porque descubrieron un enemigo en común, alguien o algo que detestan de modo compartido! Por supuesto que ésta "unión" no dura mucho tiempo, porque no está propiciada por Dios, sino por el odio y el ánimo de descalificar o dividir (y ya sabemos quien propicia estos sentimientos...). En cuanto estas personas, "unidas bajo esta nueva causa", terminan con el enemigo común y, de inmediato vuelven a pelearse entre ellas, como era antes. Es que toda unión debe darse bajo el signo del amor, no con ánimo de dividir, descalificar, o peor aún de ganar una discusión o un lugar por vanidad. Esta es, en el fondo, una lección de amor.

¿Acaso los enemigos de Jesús, Romanos y Sanedrín, no se odiaban a muerte pero se unieron en contra de Él, hasta darle muerte de Cruz?. Curiosamente, los Romanos destruyeron Jerusalén (y mataron a muchos integrantes del Sanedrín) en el año 70, tal cual lo había profetizado Jesús.

Toda una lección: si no hay amor, la unión no sirve, no dura, y se derrumba como ocurre tarde o temprano con todo lo que no es de Dios, sino de los hombres. Es como las alianzas y acuerdos de los políticos que vemos en nuestros días...

Ya lo dijo el Señor, que Él es signo de división: cuando las personas no estamos unidas bajo el signo de Dios, Su Palabra resulta en escándalo, controversia, como dicen los Evangelios, porque saca a la luz y expone las oscuras intenciones contrarias al amor (y usualmente esto no resulta de agrado a los hombres).

Nos puede resultar duro este mensaje, pero así son las cosas de Dios cuando nos muestran nuestros errores... aunque nos duela. Eso también es amor: el amor de Dios que nos reprende - como un Padre Bueno hace con sus hijos - es para formarnos bien, y corregirnos.

Volviendo al cuento de nuestra pobre cuarta rana: ¿cuantas veces nos tiraron del tronco, y cuantas veces empujamos a otros del tronco también?

Nota: Hace un buen tiempo atrás, fui testigo de algo con relación al cuento: Una pareja de la sierra peruana, hombre y mujer, recien bajados a la capital, se estaban pegando duro en la calle. De casualidad pasó un policía que intervino a separarlos. ¡Increible!... la pareja dejo de pelear y arremetió contra el policía que quería poner paz y evitar que se hagan daño. Entre los dos le dieron de alma al pobre policia mientras le decían: ¿Quién te llamó a ti? ¡Toma! ¡Toma! ¡Esto te pasa por meterte donde no te llaman!. El pobre policía tuvo que huir de la escena porque entre los dos lo estaban masacrando. ¿Qué pasó después?... la pareja siguió peleando y dandose duro hasta que se cansaron.
José Miguel Pajares Clausen

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