Un joven inquieto se presentó a un Sacerdote y le dijo:
-“Busco a Dios”
El reverendo le echó un sermón, que el joven escuchó con paciencia.
Acabado el sermón, el joven marchó triste en busca del Obispo.
-“Busco a Dios” - le dijo llorando al obispo.
Monseñor le leyó una pastoral que acababa de publicar en el boletín de la diócesis y el joven oyó la pastoral con gran cortesía.
Pero al acabar la lectura se fue angustiado al Papa a pedirle:
-“Busco a Dios”
Su santidad se dispuso a resumirle su última encíclica, pero el joven rompió en sollozos sin poder contener la angustia.
-“¿Por qué lloras?” - le preguntó el Papa totalmente desconcertado.
-“Busco a Dios y me dan palabras” - dijo el joven apenas pudo recuperarse.
Aquella noche, el sacerdote, el obispo y el Papa tuvieron un mismo sueño. Soñaron que morían de sed y que alguien trataba de aliviarles con un largo discurso sobre el agua.
-“Busco a Dios”
El reverendo le echó un sermón, que el joven escuchó con paciencia.
Acabado el sermón, el joven marchó triste en busca del Obispo.
-“Busco a Dios” - le dijo llorando al obispo.
Monseñor le leyó una pastoral que acababa de publicar en el boletín de la diócesis y el joven oyó la pastoral con gran cortesía.
Pero al acabar la lectura se fue angustiado al Papa a pedirle:
-“Busco a Dios”
Su santidad se dispuso a resumirle su última encíclica, pero el joven rompió en sollozos sin poder contener la angustia.
-“¿Por qué lloras?” - le preguntó el Papa totalmente desconcertado.
-“Busco a Dios y me dan palabras” - dijo el joven apenas pudo recuperarse.
Aquella noche, el sacerdote, el obispo y el Papa tuvieron un mismo sueño. Soñaron que morían de sed y que alguien trataba de aliviarles con un largo discurso sobre el agua.
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