domingo, 8 de febrero de 2009

EL ÁNIMO DEL GUERRERO


Lo más difícil en este mundo es adoptar el ánimo y la actitud de un guerrero. De nada sirve estar triste, quejarse, sentirse víctima de injusticias o creer que alguien nos está haciendo algo negativo. Nadie está haciendo nada, y mucho menos a un guerrero.

No importa como fuimos criados. Lo que determina nuestro modo de actuar es la manera como administramos nuestra voluntad. Un hombre es la suma de todas sus voluntades, que determinan su manera de vivir y morir. La voluntad es un sentimiento, un talento, algo que nos da entusiasmo. La voluntad es algo que se adquiere, pero para eso hay que luchar toda la vida. Desde el instante en que nacemos, se nos dice que el mundo es así o asá, de ésta o de tal otra manera, Es natural que durante un cierto período terminemos por creer en aquello que nos dicen. Pero pronto tenemos que dejar estos conceptos a un lado y descubrir nuestra propia manera de ver la realidad.

La humildad de un guerrero no es la misma que la de un hombre servil. El guerrero no inclina su cabeza ante nadie, pero tampoco permite que nadie se incline ante él. El hombre servil, en cambio, se arrodilla ante cualquier persona que considere más poderosa y exige que las personas que están bajo sus órdenes tengan la misma conducta ante él.

Lo malo de las palabras es que ellas nos hacen sentir como si estuviésemos iluminados, comprendiendo todo. Pero cuando nos llega el momento de enfrentar al mundo vemos que la realidad es completamente diferente de aquello que discutimos o escuchamos. Por causa de eso, un guerrero procura actuar y no pierde su tiempo en conversaciones inútiles. A través de la acción él descubre el significado de lo que sucede en su vida diaria y toma decisiones creativas y originales.

El hombre común piensa que entregarse a las dudas y a las preocupaciones es una señal de sensibilidad, de espiritualidad. Actuando así, se distancia del verdadero sentido de la vida pues su razón diminuta lo convierte en el santo o en el monstruo que imagina ser y antes de darse cuenta ya está preso en la trampa que se creó él mismo. Este tipo de personas adoran que alguien les diga lo que deben hacer, pero aún les gusta más no seguir los buenos consejos, solo para fastidiar al alma generosa que en un momento determinado se preocupó por ellas.

Solo un guerrero puede soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no se queja ni se lamenta de nada, no cree que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.

El mundo es insondable y misterioso, y así somos todos nosotros. El arte del guerrero consiste en equilibrar el terror de ser un hombre con la maravilla de ser un hombre.
Paulo Cohelo

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