"Más tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público" (Mateo 6:6)
Se cuenta que un hombre estaba de pie en una cabina telefónica pero no conseguía entender lo que su amigo, con quien intentaba conversar, decía.
Hablaba él:
§ "Yo no consigo oír lo que dices. No estoy entendiendo nada"
Finalmente, ya con el amigo gritando del otro lado, pudo entender:
§ "Si cierras la puerta me podrás escuchar"
Jesús nos enseñó a cerrar la puerta en un lugar reservado a allí buscar la presencia del Padre.
A un hombre que frecuentemente oraba por largo período de tiempo, fue preguntado:
§ "¿Por qué usted ora tanto?”
Su respuesta fue:
§ "Porque yo llevo mucho tiempo para conseguir cerrar la puerta"
La mayor dificultad que enfrentamos cuando queremos orar y oír la voz de Dios es hacer callar las voces del mundo, lo mismo que los clamores de nuestras almas.
Hay personas que no consiguen orar y hay otras que oran y no oyen a Dios. El grande obstáculo para que eso acontezca es el "barullo" que viene del mundo y que continúa encontrando las puertas abiertas. Si abrimos nuestro corazón para el Señor y lo recibimos como nuestro Salvador, necesitamos, como primera providencia, cerrar la puerta a las viejas costumbres que tenían libre acceso a todos los momentos de nuestra vida.
No podemos servir a Dios y, al mismo tiempo, al mundo. La voz suave y mansa del Señor no se puede mezclar ante al barullo tonto de las costumbres mundanales. La puerta cerrada despejará la santidad de la presencia de Jesús del pecado,que continuará reivindicando su espacio en nuestras vidas.
¿Usted ya cerró la puerta por donde las costumbres del mundo entraban?
Paulo Barbosa
Un ciego en Internet
Un ciego en Internet
Una oración que te ayudará a orar:
"NADA TE TURBE"
"Nada te turbe; nada te espante; todo se pasa; Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta"
(Santa Teresa)
Hay demasiados ruidos en ti... "escucha" en lo profundo de tu ser.
Hay demasiadas "preocupaciones" en tu mente... y demasiado "peso" en tu corazón... "escucha" en lo profundo de tu ser...quédate a solas... entra en tu "aposento"... "escucha en lo profundo de tu ser.
Es Señor está aquí y te llama... te ama y te espera... "escúchale" en lo más profundo de tu ser.
Quédate en silencio delante del Señor... olvida tus palabras, olvida tus recuerdos, tus peticiones, tus proyectos: mírale, escúchale sin que tus voces interiores te distraigan.
Quédate en paz con Él, abandona en Él toda turbación, todo cuidado, toda preocupación, olvidalo todo.
Quédate sin ataduras, libre de tus deseos, pobre como la madera muerta en invierno, vacía de todo cuanto no sea Él.
Quedate sola/o, sin nadie más en tu corazón, que ninguna criatura se interponga entre vuestras miradas.
Quédate sin quejas, sin estorbos, sin "huespedes" extraños, sin nada que no sea Él.
Quédate entera, sin más recuerdos que Dios, sin buscar consuelos humanos, "sepultada" con Él y en Él, desapareciendo tú para hacerte "don" de su corazón.
Quédate sin tristezas, sin resentimientos, sin orgullo, sin falsas imágenes de ti misma/o.
Quédate a la escucha de su "Palabra", hazte "Palabra" y "Voluntad" suyas.
Quédate sin poderes, sin privilegios, sin honores, sin ídolos, y deja a Dios ser Dios.
Quédate en oración tan profunda que nada altere esa atención, que pena ni goce quebrante ese abandono.
Quédate en silencio delante del Señor, desaparece tú y que sólo Él sea en ti.
¡Quédate en silencio delante del Señor!
¡Quédate en silencio delante...!
¡Quédate en silencio...!
¡Quédate...!
¡...!
¡Quédate en silencio delante del Señor!
(Salmo 37, 7)
José Miguel Pajares Clausen
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