viernes, 9 de enero de 2009

ESTORBOS


En la novela de Julio Verne La isla misteriosa, se habla sobre cinco hombres que se escapan de un campo de prisioneros de una Guerra Civil mediante el robo de un globo.

Al elevarse en el aire se dan cuenta que el viento los lleva hacia el océano. Mientras observan cómo la tierra firme desaparece en el horizonte, se preguntan cuánto tiempo logrará permanecer el globo en el aire.

A medida que pasan las horas y el globo se aproxima a la superficie del océano, los hombres deciden que deben arrojar algo pesado a bordo porque no tienen forma de calentar el aire del globo. A regañadientes, arrojan zapatos, abrigos y armas, y los preocupados viajeros sienten que su globo se eleva.

Sin embargo, al poco tiempo descubren que el globo se acerca una vez más de forma peligrosa a la superficie de las olas, así que lanzan al mar los alimentos. Para desdicha, esto también fue solo una solución temporal y la nave amenaza de nuevo bajar los hombres al mar. Uno de ellos tiene una idea: pueden atar las cuerdas que sostienen la barquilla y sentarse en ellas. Luego sueltan la barquilla que queda debajo de ellos. Al hacerlo, notan cómo el globo se eleva otra vez.

A los pocos minutos, divisan tierra. Los cinco saltan al agua y nadan hasta la isla. Estaban vivos debido a que fueron capaces de discernir la diferencia entre lo que era necesario de verdad y lo que no lo era. Las necesidades con que antes pensaban que no podrían vivir, ellas eran las mismas cargas que casi les cuestan la vida.

Reflexión: ¿Por qué no hacer una evaluación sincera de las cosas que quizá te frenen hoy? ¿Son necesidades físicas o espirituales tuyas o de alguien que amas? ¿Cómo sería tu vida sin ellas? Si las eliminas, ¿dispondrías de más tiempo para las cosas en tu vida que importan de verdad?

Pídele a Dios que te muestre cómo podrías mejorar tu vida si haces algunos cambios y si eliminas algunas cosas que te agobian.

No es suficiente estar ocupado… La pregunta es ¿en qué estamos ocupados?
Henry David Thoreau

Hebreos 12:1: Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia.

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