martes, 20 de enero de 2009

EL FLORERO DE PORCELANA


El gran maestro y el guardián dividían la administración de un monasterio Zen.

Cierto día, el guardián murió y fue preciso substituirlo. El gran maestro reunió a todos los discípulos para escoger, quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.
§ Voy a presentarles un problema y aquel que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del templo

Terminó su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala. Encima estaba un florero de porcelana carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.
§ Este es el problema- dijo el maestro.

Los discípulos contemplaban perplejos, por lo que veían; lo diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor. ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?

Después de algunos minutos, uno de los discípulos se levantó, miró al maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo destruyéndolo.

§ Usted es el nuevo guardián– dijo el maestro.

Al volver a su lugar el alumno, el gran maestro explico:
§ Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort. Solo existe una manera de lidiar con un problema: atacándolo de frente. En esas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo
Paulo Coelho

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