Anda plácidamente entre el ruido y la prisa, y recuerda qué paz puede haber en el silencio.
En cuanto es posible, y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas.
Dí tu verdad tranquila y claramente; y escucha a los demás, incluso al aburrido o al ignorante; ellos también tienen su historia.
Evita las personas ruidosas y agresivas, ellas son molestas al espíritu.
Si te comparas con otros, puedes volverte vanidoso y amargado; porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.
Disfruta de tus logros, así como de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera, aunque sea humilde; ella es un verdadero tesoro en los cambiantes azares del tiempo.
Ten precaución en tus negocios; porque el mundo está lleno de trampas.
Pero no por eso te ciegues a la virtud que pueda existir; hay mucha gente que lucha por altos ideales; y en todas partes la vida está llena de heroísmo.
Sé tú mismo. Especialmente no finjas afectos.
Tampoco seas cínico respecto del amor; porque frente a toda aridez y desencanto el amor es perenne como la hierba.
Recoge mansamente el consejo de los años, renunciando graciosamente a las cosas de la juventud.
Nutre tu fuerza espiritual para que te proteja ante la desgracia repentina.
Pero no te angusties con fantasías, no te preocupes...
Muchos temores nacen con la fatiga y la soledad.
Junto con una sana disciplina, sé amable contigo mismo.
Tú eres una criatura del Universo, no menos que los árboles y las estrellas; tú tienes derecho a estar aquí.
Y te resulte evidente o no, sin duda el Universo marcha como debe.
Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que lo concibas y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones.
Mantén en la ruidosa confusión, paz con tu alma.
Con todos sus engaños, trabajos y sueños rotos, este sigue siendo un mundo hermoso.
Ten cuidado. ¡Esfuérzate en ser feliz!
Nota: Fue encontrada en la vieja iglesia de Saint Paul, Baltimore en 1693. Mantiene absoluta vigencia, a más de 400 años de escrita.
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