¿Por qué dependemos de los demás? ¿Por qué ocuparmos que los demás dependan de nosotros? ¿De dónde aprendí esta manera de relacionarme?
Cuando tratamos de mirar más allá de lo que resulta obvio o “normal” y analizamos nuestra conducta, podríamos entonces empezar a ver de cuantas personas he dependido (familia, pareja, amistades, hijos, compañeros de trabajo- estudio- iglesia, vecinos…) de cuales situaciones dependemos, o podría ser de otro tipo de conducta compulsiva que se manifiesta en la ingesta de alimentos, drogas…
Uno de mis autores favoritos, el Sr. Jorge Bucay, Terapeuta Argentino y autor de exitosos libros con temas de autoayuda, menciona en su libro “El camino de la autodependencia” que la palabra “De-pendencia” hace referencia a: estar suspendido, incompleto, inconcluso, sin resolver. Por eso, las personas dependientes siempre escogen a alguien, necesitan tener gente a su lado, no pueden lidiar con los espacios, con la toma de responsabilidades, con la libertad.
La persona dependiente necesita tener a alguien a su lado para que le digan quién es, según Bucay, logran verse a sí mismos, solamente a través de los ojos del otro. Por eso están pendientes que los demás los refuercen, siempre preguntan si esta bien lo que hacen. Si los demás no señalan su trabajo no logran ver suficiencia.
En la dependencia, hay una entrega voluntaria a lo que el otro quiere, a ir a donde me quieran llevar. Cito las palabras del autor: “La dependencia es para mi una instancia siempre oscura y enfermiza, una alternativa que, aunque quiera ser justificada con miles de argumentos, termina conduciendo irremediablemente a la imbecilidad”. Al hacer referencia a la palabra “imbécil” señala que esta palabra fue heredada de los griegos, quienes la usaban para llamar a aquellos que vivían apoyándose en los demás, los que dependían de alguien para poder caminar.
Aquí se debe hacer la diferencia entre quien requiere por algún tipo de discapacidad depender de alguien para caminar y quien por su propia elección elige depender de otros, o de quienes teniendo hijos con capacidad para caminar por sí solos, les enseñan a buscar bastones en el camino para poder caminar.
En la vida nos encontramos con padres y madres que por sus temores deciden educar a sus hijos en el camino de la dependencia, justificando que es porqué les quieren cuidar o porque no desean que sufran. Lo más triste es que cuando estos padres no estén, sus hijos quedarán llevando en sus espaldas una discapacidad emocional, buscando en el camino bastones sustitutos a los cuales aferrarse.
Bucay cita tres tipos de dependientes:
Los dependientes intelectuales que son aquellos que no se creen con capacidad para resolver, que tienen que estar preguntando ¿Qué tengo que hacer? ¿A dónde tengo que ir? No solamente nos encontramos adultos así; también hay niños que recurren a la dependencia intelectual. Conocí un niño que en los recreos, buscaba por toda la escuela a una maestra para que le diera permiso de ir al baño. No lograba ir al baño hasta que alguien le reafirmara que podía hacerlo…En este tipo de dependencia, la persona llega a creerse que no puede pensar, entonces necesita poner a los otros a pensar por él/ella… ¿A ti que te parece? ¿Si estuvieras en mi lugar, que harías?… ¡Qué fácil!
Por otro lado, están los dependientes afectivos, que según Bucay, son aquellos que dependen todo el tiempo que alguien les diga que los quiere, que los ama, que son lindos, que son buenos. Si en algún momento alguna persona responde con una negativa, terminan personalizando la situación y diciéndole al otro que sabe que le dice que no, porque dejó de quererle. Es quien en la relación de pareja se echa a llorar o cae en el reclamo afectivo porque no se dio las gracias por la cena o quien termina haciendo una crisis porque después de una discusión asegura que ya no le quieren.
Recuerdo a una amiga que me llamó un día muy afligida, lloraba y lloraba repitiéndome que su esposo ya no la quería. Por mi mente pasó un huracán de ideas: ¿será que está con otra persona?, ¿será que tienen diferencias irreconciliables? , aseguraba para mis adentros, ¡Claro, algo dentro de mi me decía que él no era de fiar!. Cuando logré conectarme con la realidad y le pregunté el por qué de su afirmación, ella me respondió: porque hoy hace ocho años me pidió que me casará con él y lo olvidó por completo, salió de la casa y no me dijo naaaaaadaaaaa… ¡Por Dios!
Por último, están los dependientes morales a los cuáles cataloga como los más peligrosos, pues necesitan permanentemente la aprobación del afuera para tomar sus decisiones. Necesita de otro para que le diga si lo que hace esta bien o mal, alguien que todo el tiempo está pendiente de si lo quiere de si lo que quiere hacer corresponde o no corresponde, si es o no lo que el otro o la mayoría harían.
Uno de mis autores favoritos, el Sr. Jorge Bucay, Terapeuta Argentino y autor de exitosos libros con temas de autoayuda, menciona en su libro “El camino de la autodependencia” que la palabra “De-pendencia” hace referencia a: estar suspendido, incompleto, inconcluso, sin resolver. Por eso, las personas dependientes siempre escogen a alguien, necesitan tener gente a su lado, no pueden lidiar con los espacios, con la toma de responsabilidades, con la libertad.
La persona dependiente necesita tener a alguien a su lado para que le digan quién es, según Bucay, logran verse a sí mismos, solamente a través de los ojos del otro. Por eso están pendientes que los demás los refuercen, siempre preguntan si esta bien lo que hacen. Si los demás no señalan su trabajo no logran ver suficiencia.
En la dependencia, hay una entrega voluntaria a lo que el otro quiere, a ir a donde me quieran llevar. Cito las palabras del autor: “La dependencia es para mi una instancia siempre oscura y enfermiza, una alternativa que, aunque quiera ser justificada con miles de argumentos, termina conduciendo irremediablemente a la imbecilidad”. Al hacer referencia a la palabra “imbécil” señala que esta palabra fue heredada de los griegos, quienes la usaban para llamar a aquellos que vivían apoyándose en los demás, los que dependían de alguien para poder caminar.
Aquí se debe hacer la diferencia entre quien requiere por algún tipo de discapacidad depender de alguien para caminar y quien por su propia elección elige depender de otros, o de quienes teniendo hijos con capacidad para caminar por sí solos, les enseñan a buscar bastones en el camino para poder caminar.
En la vida nos encontramos con padres y madres que por sus temores deciden educar a sus hijos en el camino de la dependencia, justificando que es porqué les quieren cuidar o porque no desean que sufran. Lo más triste es que cuando estos padres no estén, sus hijos quedarán llevando en sus espaldas una discapacidad emocional, buscando en el camino bastones sustitutos a los cuales aferrarse.
Bucay cita tres tipos de dependientes:
Los dependientes intelectuales que son aquellos que no se creen con capacidad para resolver, que tienen que estar preguntando ¿Qué tengo que hacer? ¿A dónde tengo que ir? No solamente nos encontramos adultos así; también hay niños que recurren a la dependencia intelectual. Conocí un niño que en los recreos, buscaba por toda la escuela a una maestra para que le diera permiso de ir al baño. No lograba ir al baño hasta que alguien le reafirmara que podía hacerlo…En este tipo de dependencia, la persona llega a creerse que no puede pensar, entonces necesita poner a los otros a pensar por él/ella… ¿A ti que te parece? ¿Si estuvieras en mi lugar, que harías?… ¡Qué fácil!
Por otro lado, están los dependientes afectivos, que según Bucay, son aquellos que dependen todo el tiempo que alguien les diga que los quiere, que los ama, que son lindos, que son buenos. Si en algún momento alguna persona responde con una negativa, terminan personalizando la situación y diciéndole al otro que sabe que le dice que no, porque dejó de quererle. Es quien en la relación de pareja se echa a llorar o cae en el reclamo afectivo porque no se dio las gracias por la cena o quien termina haciendo una crisis porque después de una discusión asegura que ya no le quieren.
Recuerdo a una amiga que me llamó un día muy afligida, lloraba y lloraba repitiéndome que su esposo ya no la quería. Por mi mente pasó un huracán de ideas: ¿será que está con otra persona?, ¿será que tienen diferencias irreconciliables? , aseguraba para mis adentros, ¡Claro, algo dentro de mi me decía que él no era de fiar!. Cuando logré conectarme con la realidad y le pregunté el por qué de su afirmación, ella me respondió: porque hoy hace ocho años me pidió que me casará con él y lo olvidó por completo, salió de la casa y no me dijo naaaaaadaaaaa… ¡Por Dios!
Por último, están los dependientes morales a los cuáles cataloga como los más peligrosos, pues necesitan permanentemente la aprobación del afuera para tomar sus decisiones. Necesita de otro para que le diga si lo que hace esta bien o mal, alguien que todo el tiempo está pendiente de si lo quiere de si lo que quiere hacer corresponde o no corresponde, si es o no lo que el otro o la mayoría harían.
Licda. Tatiana Carrillo Gamboa.
Psicóloga. Psicopedagoga.
Psicóloga. Psicopedagoga.
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