miércoles, 17 de diciembre de 2008

INCREÍBLE COINCIDENCIA


En la mayoría de correos que recibo o en los comentarios de mi blogspot solicitando oración por los enfermos, existe una mala coincidencia que me está preocupando.

¿De qué se trata? De que casi todos me dicen que primero llevaron a sus enfermos al brujo en vez de entregarlos a Dios. Lamentablemente nuestro folklore está tan arraigado en nuestros corazones que, para muchos, es normal el llevar sus problemas de cualquier tipo a los brujos (sacerdotes de satanás).

¿Por qué entregar a sus seres queridos al maligno? Porque creen más en los brujos que en nuestro Dios misericordioso. Nuestros hogares están llenos de amuletos de todo tipo. La gente cree más en esas cosas que en la protección de Dios. Es que, desde nuestros antepasados, venimos arrastrando creencias que van en contra de nuestra religión, y eso en parte, por la falta de prédica de parte de los que saben que eso no es lo correcto, incluyendo a sacerdotes católicos no actualizados.

Sé de varios sacerdotes que en la sierra, asistía y bendecía a los padrinos y ahijados del agüita de socorro”… por supuesto previa buena limosna. Así no es… nuestra fe no se vende como Judas. El Bautismo debe ser bajo las reglas de la Iglesia, que de hecho no acepta como válida la agüita de socorro. Lo que sí acepta la Iglesia es que, en caso de gravedad, cualquier persona, no necesariamente católica, puede bautizar con agua común y corriente y sin necesidad de padrinos, siguiendo la formula establecida: Yo te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En caso de que el niño grave se sane, deberán los padres comunicar al sacerdote que ya se cumplió con el rito del agua y contarle la historia sobre en que circunstancias la recibió.

Recuerden que los españoles, en la Conquista, construían las iglesias sobre los templos paganos, para así asegurarse que los indios asistan a las misas.

Pero esto no sólo sucede a nivel de un pueblo sabio en muchas cosas pero ignorantes en la fe. En una visita a un monasterio, me enteré que la priora pasaba huevo a todas las personas que acudían al monasterio con sus hijos, para que los cure del susto. Ella no sabía que pasarle Biblia era más efectivo. En otro monasterio, estaban llevando cursos sobre péndulo y otras nuevas modas, aparentemente dentro de la religión católica. En ambos casos puse a las monjas en conocimiento que eso no era de Dios. Jesús nos pide que pongamos las manos y sanemos en su Nombre. El nunca usó huevos, cuyes, gallinas negras, periódicos, amuletos, ni baños de florecimientos, etc., para sanar.

Lamentablemente, luego que los brujos y sus tonterías fallan, viene la gente a pedir que recen a Dios por sus enfermos. A esas personas hay que primeramente liberarlas de esa influencia maligna, para que limpias espiritualmente, se pueda orar por ellas. No le podemos pedir a Dios que entre en una casa sucia y desordenada.

Hay algunos que se entregan tanto al brujo (a satanás) que se les hace muy difícil aceptar otra ayuda. Quiero recordarles que el demonio sana, pero a costa de tu alma. Él te mantendrá sano mientras estés con él y por el tiempo que, a través del brujo, él lo ordene. Gran negocio: satanás se queda con tu alma y el brujo con tu plata.

Sin embargo Dios te sana sin ningún pago… Él respeta tu libertad, y dependiendo de tu fe en Él, y aceptando su voluntad, Él actúa. Todos nos tenemos que morir, pero Dios con su infinita misericordia nos da el tiempo necesario para que nos arreglemos espiritual y materialmente… además ¿por qué temer a la muerte? Si nos toca el momento y estamos preparados, recién empezaremos a vivir eternamente… ante la Gloria de Dios.

Dios siempre quiere lo mejor para nosotros… dejémosle, pues, ser Dios. No se olviden que nuestra Santísima Madre María nunca abandona a los que a Ella recurren. Ella intercede… no hace milagros.
Les dejo dos frases para pensar:
¿Quién es más limpio, el que nunca se ensucia o el que siempre se lava?
El reconecer nuestros errores y corregirlos es lo más importante.
¿Quién es el fracasado?
El que se acuesta con fe y se despierta sin esperanza.
José Miguel Pajares Clausen

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