viernes, 12 de diciembre de 2008

EL MAGO DE LA FELICIDAD


Había una vez un hombre como tantos otros en estos tiempos: cargado de pesares.

Su tristeza era más larga que la noche y más fuerte que el sueño, porque nada lo adormecía. Su pobreza económica no era nada, comparada con la de su soledad.
§ Mi angustia me sobreabunda y me sobrepasa – pensaba

Tan deprimido estaba que pidió ayuda a las fuerzas del más allá.

Se cuenta que un ángel se le apareció vestido con un traje negro, sombrero de copa, clavel rojo en el ojal y guantes blancos, como un mago, cuando acudió en su ayuda. ¿La razón de su vestimenta? Aquel hombre creía en los magos, desde una ocasión en que vio a uno, sacar de un sombrero igual al del ángel, un reloj de oro, un conejo y un número de lotería, que resultó ser el ganador de una inmensa fortuna. Era lo único misterioso que podía llegar a creer: en magos vestidos de frac con una elegancia especial.

Así, con golpes de suerte, el ángel se encontró con él en una taberna, llena de humo y sombras, en una mesa pegada a la pared:
§ Bueno, ya me conoces - le dijo el ángel - creo que puedo sacar de mi sombrero todo lo que necesitas, para curarte de ese montón de sufrimientos
§ No, no te conozco - protestó el hombre triste - ¿quién eres?”
§ Soy tu felicidad, si sabes escoger entre dos propuestas que te voy a hacer. Escucha la Primera: que te deposite mucho dinero en una cuenta en el banco a tu nombre, que tu esposa e hijos regresen a ti llenos de amor y la recuperación de tu salud, con la condición de que trabajes en tu interior y reconozcas verdaderamente quién eres; de no hacerlo así perderás todo de nuevo
§ “¿Cómo? - protestó el hombre - si me das todo eso que me dices ¿yo tendría la felicidad? ¿De veras?”
§ Mejor escucha la Segunda - continuó el ángel - me comprometo a darte el conocimiento de quién eres: tendrás la felicidad que nace del espíritu y tu trabajo sería recuperar tu fortuna, reconquistar a tus seres queridos y recobrar tu salud ¿Cuál de las dos escoges?”
§ No sé que responder - contestó atónito el hombre.
§ Yo soy mago, puedo darte una de las dos, piénsalo bien y luego responde
Y el mago se desvaneció, ante la mirada perpleja de aquel hombre.

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