Quiero amar a mis hermanos y a mi prójimo, no porque me lo mande mi Señor, no porque sea un Mandamiento de Dios, y no sólo porque vea en ellos la falta de amor... sólo quiero amarlos y amarlos como lo hace Dios conmigo...
Veo y medito en todo Tu Pasión, recreo tus flagelos en mi imaginación, siento tus torturas, tu llánto y aflicción, es tanto que me causa demasiada indignación, la culpa me inúnda, se ahoga mi corazón y pienso ¿qué he hecho? ¡¡¡si éste es mi Señor!!!
Y luego ¿qué me queda, pasada la aflicción…? Mi corazón partido, imaginando tu dolor, busca ahora el reparo y no tengo ni cara para pedirte perdón...
¡Perdón, perdón, perdóname Señor...! Mientras más lo repito más me avergüenzo, mientras más lo repito más duele por dentro… pero sigo meditando ¿cómo hago mi reparo…?
Ya sé que ya has resucitado, y que todo esto con amor lo has superado, entregándolo como primicia al Eterno Padre Amado..., pero no puedo con mi mente, mi corazón me lo exige... debe haber un modo, alguna forma de reparo, pero ¿que reparo curar podría tanto daño, tanto escarnio…? Vamos sólo piensa...
(le digo a mi conciencia) ¿qué es lo que Él más quisiera…? Es entonces cuando veo
como una luz en un sendero la respuesta a mi búsqueda, que sólo continuando la consigna, que al madero con pasión Te ha abismado, es que entiendo que con eso daré por lo menos un intento de reparo.
Te daré la alegría de ver así reflejado en este mundo desalmado, Tu Luz que siempre brilla y que en esta alma has reflejado, y entonces quiero ser para Ti el pequeño faro que alumbra, en las tinieblas que a todos nos ha cegado; pero que con ese gran poder por Ti mismo designado, que todo aquel que dé amor con amor será premiado, que todo aquel que dé amor a Tu dolor dará reparo, que todo aquel que dé amor tendrá mas luz que un simple faro, que todo aquel que dé amor el gran Tesoro habrá encontrado.
Pues sólo y únicamente el Amor es lo que como a Ti, “Dios hecho Hombre” nos hará vencedores en este mundo tan perdido por el odio, el rencor, la calumnia, la traición, el resentimiento, el dolor, y todo aquello que de suyo nos infesta el traidor.
Entonces ya tengo claro que hacer en adelante, que orante y suplicante será mi vida militante, para darle así consuelo a tu Corazón Sangrante y para dar así respaldo a la Omnipotencia Suplicante que en todo está presente recorriendo el mundo entero salvando y rescatando de las garras del maligno a todo hijo perdido, trayéndolo a Tu presencia intercediendo y suplicando a Tu infinita Misericordia, obteniéndole así Tu piadosa Clemencia.
Si, es Ella Nuestra Siempre Madre Buena que con Amor Tu has querido que en este duro caminar nos custodie y acompañe y nos muestre el Camino, es por eso que ahora digo, que apoyando esas súplicas que por nosotros a Ti ruega, henos aquí sus hijitos que aunque indignos, siempre indignos, entregándole estamos El Rosario Santo y Bendito.
Amar es la consigna, así lo he comprendido, sólo amar dará castigo al supuesto triunfo obtenido por el eterno enemigo. Sólo amar curará el daño por nosotros perpetrado en cada hombre y hermano que Tú nos has puesto al lado.
Sólo amando venceremos ese odio militante que va por el mundo entero sembrando terror, miedo, sembrando dolor y muerte, sembrando esa perniciosa cizaña que atrapa a las personas como la miel a las moscas.
Amar, amar, amar… no me canso de repetirlo. Amemos sin cesar porque fue justamente éste amor desmedido y por todos incomprendido, lo que llevó a Jesucristo a dejarse crucificar.
Ya está clara la consigna, ya podemos caminar. Vamos todos caminando que hay mucho por trabajar. Vamos todos decididos y tomados de la mano con aplomo y alegría con Jesús y con Maria, que aquí están desde hace años conduciendo a su rebaño a la Patria Celestial.
¡Gracias mi Amado Señor! ¡Gracias por permitirme adorarte, amarte, bendecirte y alabarte cada día, más y más!
Veo y medito en todo Tu Pasión, recreo tus flagelos en mi imaginación, siento tus torturas, tu llánto y aflicción, es tanto que me causa demasiada indignación, la culpa me inúnda, se ahoga mi corazón y pienso ¿qué he hecho? ¡¡¡si éste es mi Señor!!!
Y luego ¿qué me queda, pasada la aflicción…? Mi corazón partido, imaginando tu dolor, busca ahora el reparo y no tengo ni cara para pedirte perdón...
¡Perdón, perdón, perdóname Señor...! Mientras más lo repito más me avergüenzo, mientras más lo repito más duele por dentro… pero sigo meditando ¿cómo hago mi reparo…?
Ya sé que ya has resucitado, y que todo esto con amor lo has superado, entregándolo como primicia al Eterno Padre Amado..., pero no puedo con mi mente, mi corazón me lo exige... debe haber un modo, alguna forma de reparo, pero ¿que reparo curar podría tanto daño, tanto escarnio…? Vamos sólo piensa...
(le digo a mi conciencia) ¿qué es lo que Él más quisiera…? Es entonces cuando veo
como una luz en un sendero la respuesta a mi búsqueda, que sólo continuando la consigna, que al madero con pasión Te ha abismado, es que entiendo que con eso daré por lo menos un intento de reparo.
Te daré la alegría de ver así reflejado en este mundo desalmado, Tu Luz que siempre brilla y que en esta alma has reflejado, y entonces quiero ser para Ti el pequeño faro que alumbra, en las tinieblas que a todos nos ha cegado; pero que con ese gran poder por Ti mismo designado, que todo aquel que dé amor con amor será premiado, que todo aquel que dé amor a Tu dolor dará reparo, que todo aquel que dé amor tendrá mas luz que un simple faro, que todo aquel que dé amor el gran Tesoro habrá encontrado.
Pues sólo y únicamente el Amor es lo que como a Ti, “Dios hecho Hombre” nos hará vencedores en este mundo tan perdido por el odio, el rencor, la calumnia, la traición, el resentimiento, el dolor, y todo aquello que de suyo nos infesta el traidor.
Entonces ya tengo claro que hacer en adelante, que orante y suplicante será mi vida militante, para darle así consuelo a tu Corazón Sangrante y para dar así respaldo a la Omnipotencia Suplicante que en todo está presente recorriendo el mundo entero salvando y rescatando de las garras del maligno a todo hijo perdido, trayéndolo a Tu presencia intercediendo y suplicando a Tu infinita Misericordia, obteniéndole así Tu piadosa Clemencia.
Si, es Ella Nuestra Siempre Madre Buena que con Amor Tu has querido que en este duro caminar nos custodie y acompañe y nos muestre el Camino, es por eso que ahora digo, que apoyando esas súplicas que por nosotros a Ti ruega, henos aquí sus hijitos que aunque indignos, siempre indignos, entregándole estamos El Rosario Santo y Bendito.
Amar es la consigna, así lo he comprendido, sólo amar dará castigo al supuesto triunfo obtenido por el eterno enemigo. Sólo amar curará el daño por nosotros perpetrado en cada hombre y hermano que Tú nos has puesto al lado.
Sólo amando venceremos ese odio militante que va por el mundo entero sembrando terror, miedo, sembrando dolor y muerte, sembrando esa perniciosa cizaña que atrapa a las personas como la miel a las moscas.
Amar, amar, amar… no me canso de repetirlo. Amemos sin cesar porque fue justamente éste amor desmedido y por todos incomprendido, lo que llevó a Jesucristo a dejarse crucificar.
Ya está clara la consigna, ya podemos caminar. Vamos todos caminando que hay mucho por trabajar. Vamos todos decididos y tomados de la mano con aplomo y alegría con Jesús y con Maria, que aquí están desde hace años conduciendo a su rebaño a la Patria Celestial.
¡Gracias mi Amado Señor! ¡Gracias por permitirme adorarte, amarte, bendecirte y alabarte cada día, más y más!
¡Gloria al Padre, gloria al Hijo, y gloria a Dios en su Santo Espíritu!
¡Gloria a María que de Ellos es su Templo y Sagrario Vivo!
¡Gloria a María que de Ellos es su Templo y Sagrario Vivo!
¡Avemaría Purísima... sin pecado concebida Santísima!
Susann Cárdenas
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