Cierta vez una niña encontró en el césped donde jugaba una pequeña moneda de cobre de un centavo de valor.
No le pertenecía, por cierto, pero de igual manera la levantó. Desde ese momento en adelante, decidió que siempre caminaría con la cabeza baja y con los ojos pegados al piso en busca de más tesoros.
Durante el resto de su vida, ella había coleccionado 500 moneditas de un centavo, 75 monedas de cinco centavos, 22 monedas de diez centavos, 14 monedas de veinticinco centavos, y 1 solo billete de un dólar, totalizando 15 dólares 45 centavos ($ 15.45).
Mientras ella juntaba moneditas que no representaban ningún esfuerzo de su parte, ella sacrificó otras cosas de valor mucho mayor. Ella perdió el privilegio de observar el esplendor glorioso de miles de puestas de sol, el brillo de las estrellas en alguna de esas bellísimas noches de cielo claro, el vuelo de las majestuosas águilas y el colorido de las aves en lo alto de los árboles. Las sonrisas de sus amigos a los que no veía por su obsesión de andar con la cabeza agachada en busca de más monedas de cobre. Por cierto, perdió mucho más que lo que encontró.
Así es como estamos tan ocupados con los negocios de la vida en busca de los llamados “tesoros” que al final terminamos habiendo gastado nuestras vidas mirando hacia abajo en lugar de apreciar la belleza que nos rodea. Así que recuerda, es bueno retozar en el césped, evita recoger centavos.
“VIVE LA VIDA AL MÁXIMO,
RECUERDA QUE SÓLO NOS TOCA UN VIAJE POR PERSONA”
Durante el resto de su vida, ella había coleccionado 500 moneditas de un centavo, 75 monedas de cinco centavos, 22 monedas de diez centavos, 14 monedas de veinticinco centavos, y 1 solo billete de un dólar, totalizando 15 dólares 45 centavos ($ 15.45).
Mientras ella juntaba moneditas que no representaban ningún esfuerzo de su parte, ella sacrificó otras cosas de valor mucho mayor. Ella perdió el privilegio de observar el esplendor glorioso de miles de puestas de sol, el brillo de las estrellas en alguna de esas bellísimas noches de cielo claro, el vuelo de las majestuosas águilas y el colorido de las aves en lo alto de los árboles. Las sonrisas de sus amigos a los que no veía por su obsesión de andar con la cabeza agachada en busca de más monedas de cobre. Por cierto, perdió mucho más que lo que encontró.
Así es como estamos tan ocupados con los negocios de la vida en busca de los llamados “tesoros” que al final terminamos habiendo gastado nuestras vidas mirando hacia abajo en lugar de apreciar la belleza que nos rodea. Así que recuerda, es bueno retozar en el césped, evita recoger centavos.
“VIVE LA VIDA AL MÁXIMO,
RECUERDA QUE SÓLO NOS TOCA UN VIAJE POR PERSONA”
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