Nos acostumbramos a vivir en departamentos y a no tener otra vista que no sea las ventanas de alrededor; y porque no se tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera; y porque no miramos para afuera, luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas; y porque no abrimos del todo las cortinas, luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.
Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud…
Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde; a tomarnos el café corriendo porque estamos atrasados; acostumbramos a no mirar para afuera; a leer el diario en el autobús porque no podemos perder tiempo; a comer un sándwich porque no da tiempo para almorzar; a salir del trabajo ya de noche; a dormir en el autobús porque estamos cansados; a cenar rápido y a dormir pesados sin haber vivido el día.
Nos acostumbramos a pensar que las personas cercanas a nosotros estarán siempre ahí y creer que están bien, sin preocuparnos por averiguarlo; a esperar el día entero y finalmente oír el teléfono: “ES QUE HOY NO PUEDO IR…”
- A ver cuándo nos vemos…
- La semana que viene nos reunimos…
Nos acostumbramos:
- A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta.
- A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si el cine está lleno nos acostumbramos y nos conformamos con sentarnos en la primera fila aunque tengamos que torcer un poco el cuello.
Si el trabajo está complicado, nos consolamos pensando en el fin de semana; y sin el fin de semana no hay mucho que hacer, o andamos cortos de dinero, nos vamos a dormir temprano y listo, porque siempre tenemos sueño atrasado.
¡NOS ACOSTUMBRAMOS A AHORRAR VIDA!
Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados…
¡NOS PERDIMOS DE VIVIR!
Existe un dicho:
“La muerte está tan segura de su victoria que nos da toda una vida de ventaja”
El tiempo no se puede atrapar, mucho menos almacenar; nuestra existencia transcurre a gran velocidad, pero mientras tengamos vida, tenemos la oportunidad de cambiar nuestros hábitos, de tener una mejor calidad de existencia, de aprovechar y disfrutar cada respiro, cada latido de nuestro corazón.
¡NO TRANSFORMEMOS NUESTRA VIDA EN UNA RUTINA INUTIL
QUE NOS HAGA INFELICES!
Dios pone a nuestra disposición todos los elementos para ser felices, satisfechos y agradecidos por ese gran don de la vida que con tanto amor nos ha sido otorgado.
¡LA VIDA NO HAY QUE AHORRARLA
HAY QUE VIVIRLA PLENAMENTE… AGRADANDO A DIOS!
Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud…
Nos acostumbramos a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde; a tomarnos el café corriendo porque estamos atrasados; acostumbramos a no mirar para afuera; a leer el diario en el autobús porque no podemos perder tiempo; a comer un sándwich porque no da tiempo para almorzar; a salir del trabajo ya de noche; a dormir en el autobús porque estamos cansados; a cenar rápido y a dormir pesados sin haber vivido el día.
Nos acostumbramos a pensar que las personas cercanas a nosotros estarán siempre ahí y creer que están bien, sin preocuparnos por averiguarlo; a esperar el día entero y finalmente oír el teléfono: “ES QUE HOY NO PUEDO IR…”
- A ver cuándo nos vemos…
- La semana que viene nos reunimos…
Nos acostumbramos:
- A sonreír a las personas sin recibir una sonrisa de vuelta.
- A ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si el cine está lleno nos acostumbramos y nos conformamos con sentarnos en la primera fila aunque tengamos que torcer un poco el cuello.
Si el trabajo está complicado, nos consolamos pensando en el fin de semana; y sin el fin de semana no hay mucho que hacer, o andamos cortos de dinero, nos vamos a dormir temprano y listo, porque siempre tenemos sueño atrasado.
¡NOS ACOSTUMBRAMOS A AHORRAR VIDA!
Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados…
¡NOS PERDIMOS DE VIVIR!
Existe un dicho:
“La muerte está tan segura de su victoria que nos da toda una vida de ventaja”
El tiempo no se puede atrapar, mucho menos almacenar; nuestra existencia transcurre a gran velocidad, pero mientras tengamos vida, tenemos la oportunidad de cambiar nuestros hábitos, de tener una mejor calidad de existencia, de aprovechar y disfrutar cada respiro, cada latido de nuestro corazón.
¡NO TRANSFORMEMOS NUESTRA VIDA EN UNA RUTINA INUTIL
QUE NOS HAGA INFELICES!
Dios pone a nuestra disposición todos los elementos para ser felices, satisfechos y agradecidos por ese gran don de la vida que con tanto amor nos ha sido otorgado.
¡LA VIDA NO HAY QUE AHORRARLA
HAY QUE VIVIRLA PLENAMENTE… AGRADANDO A DIOS!
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