miércoles, 7 de noviembre de 2007

LA SILLA


La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a orar por su padre que estaba muy enfermo.

Cuando el sacerdote llegó a la habitación, encontró a este pobre hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas.

Había una silla al lado de su cama, por lo cual el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.

§ ¿Supongo que me estaba esperando? – dijo el sacerdote.
§ No, ¿quién es usted? – respondió el enfermo.
§
Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted; cuando entré y noté la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que vendría a visitarlo.
§ Ah si, la silla. ¿Le importa cerrar la puerta? – dijo el enfermo.

El sacerdote sorprendido cerró la puerta.

El hombre enfermo le dijo:
§ Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber como orar. Cuando he estado en la Iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, cómo se debe orar y los beneficios que trae... pero siempre esto de la oración... no sé... me entra por un oído y me sale por el otro. De todos modos no tengo idea de cómo hacerlo... es por eso que... hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuantos años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús, así es como te sugiero que lo hagas... te sientas en una silla y colocas otra vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado hacerlo, pues Él nos dijo: “Yo estaré siempre con ustedes...” Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora. Es que... lo hice una vez y me gustó que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija... pues de inmediato me internaría en un manicomio.

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era algo bueno lo que venía haciendo y que no dejara de hacerlo nunca. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición y se fue a su parroquia.

Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido.

El sacerdote le preguntó:
§ ¿Falleció en Paz
?
§
, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama. Me dijo que me quería mucho y me dio un beso. Cuando regresé de hacer una compras una hora más tarde, ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó la cabeza en ella... pues así lo encontré.

El sacerdote profundamente estremecido, se secó las lágrimas de emoción y le respondió:
§ ¡Ójala que todos nos pudiésemos ir de esa manera
!


Nota: Recuerdo, que mi gran amigo Carlos García murió de cáncer no hace mucho –, la noche antes de irse al Señor, pidió a su esposa que le sacara varios ternos, escogió uno, se lo puso, se miró al espejo y luego se lo sacó. Él le dijo a su esposa que con ese terno deseaba ser enterrado. Aparte escogió su ropa interior, medias y hasta zapatos, todo para que hagan juego con su terno. Luego ella se acercó a la cama y se quiso sentar junto a él, pero él le pidió que por favor allí no lo hiciera, que se sentara al otro lado. Ella le preguntó por qué, y él le respondió, porque... allí está Jesús. El era muy pegado a la oración y nos visitaba cuando podía. Tenía mucha fe, no en que se iba a sanar, sino en que se iba a ir al cielo. Aun así, pasó de lejos los pronósticos médicos, que le habían dado muy poco tiempo de vida. JMPC

Te invito a repetir siempre esta oración: SEÑOR, QUEDATE SIEMPRE CON NOSOTROS

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