Llegan a la casa del hijo/a a cualquier hora, y se olvidan lo sagrado que es el sueño de los niños pequeños. Se olvidan cuanto les costaba que sus hijos se durmieran para poder ocuparse de la limpieza de la casa, cocinar o de tener un momento de intimidad. Porque, cuando están despiertos no los podemos descuidar; meten la mano en los enchufes, jalan todo lo que está cerca, rompen lámparas, floreros y todo lo que esté a su alcance, descubriendo por primera vez el mundo que los rodea… y eso es normal. Pero cuando duermen ¡Oh bendito seas Dios que inventaste el sueño!
Pero llegan los abuelos a cualquier hora y los despiertan y quieren hacer cosas que nosotros los hijos no hacemos, sin importarles las consecuencias. Los abuelos se creen con la autoridad de hacer – por su calidad de abuelos – lo que nunca hicieron con sus hijos.
¡Ya pues!, si el alemán de la memoria (Azlheimer) los está afectando… limítense. Hagan un esfuerzo y no se olviden que fueron padres.
Algunos pensaran que soy un poco rudo al decir esto, pero es la verdad, y la verdad no tiene por qué ser ruda ni destructiva. Lo que sucede es que nadie se atreve a decirles a sus padres, que el ser abuelos debe tener ciertas limitaciones.
Hace mucho tiempo mi padre vino con mis hermanos menores a vivir a mi casa, y la pusieron de cabeza. Hasta ahora siento lo que le pedí, porque hasta la empleada de mi confianza renunció. Le pedí que por favor buscara otro lugar para vivir porque la paz de mi hogar se encontraba en peligro… a parte de la influencia de mi esposa que me decía ¿qué está pasando? Hasta ahora me siento mal por lo que le dije… ¡Dios mió, me sentí morir! pero no pasó nada, él me sigue amando y yo a él. Creo que eso es lo importante, que siendo hijo o padre nos entendamos y nos amemos. ¡Gracias papá por seguirme amando!
Un abuelo/la se siente más padre o madre que los mismos padres y con mucho más derechos que ellos. Recordemos el dicho: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, y no vale aprovecharse de eso.
Quizás el próximo año sea abuelo – a los 62 años, un poquito atrasado, pero justo dentro del promedio – porque la mayor de mis hijos se casa el 24 de noviembre 2007 y me veo en la necesidad de controlarme, porque, el hecho que yo no haya procedido como debí haberlo hecho con mis hijos, no me da derecho a tratar de resarcirlo con mis nietos para resanar mis faltas… ya sea porque tenía mucho trabajo o compromisos relacionados con eso, o porque pensaba que mi esposa podía encargarse de todo lo que yo debería haber hecho y no hice.
“Después del partido no hay entrenamiento” dice el dicho. Yo como abuelo/a debo respetar lo que mis hijos desean para sus hijos, aunque me sienta con la autoridad de hacer con mi nieto/a lo que me da la gana.
Recordemos que todavía nuestros hijos están tratando de recordar todo lo que pudieron haber hecho por nosotros, los padres, y no lo hicieron, y ahora se les junta el ser hijos y padres al mismo tiempo.
¿A quién prefiero? Debe ser una pregunta muy difícil de responder para ellos: ¿Acepto lo que mis padres están haciendo con mis hijos o hago lo que debo hacer por mis hijos, sin importarme si lastimo a mis padres o los hago sufrir por no estar de acuerdo con ellos?
Esto me hace recordar esa famosa pregunta: ¿Quién fue primero, el huevo o la gallina? pregunta que deberíamos hacérsela a Dios… si nos encontramos con Él el día que partamos.
¡Qué fácil y difícil a la vez es la vida! sobre todo cuando los dos abuelos se ponen de acuerdo para llegar a la casa, o los cuatro llegan al mismo tiempo… lidiar con dos o cuatro es mucho más difícil.
La Palabra dice: “Dejarás a tu padre y a tu madre y te unirás a tu mujer y ambos serán una sola carne”… pero no habla de los nietos o de los abuelos. ¡Qué dilema!
Pero llegan los abuelos a cualquier hora y los despiertan y quieren hacer cosas que nosotros los hijos no hacemos, sin importarles las consecuencias. Los abuelos se creen con la autoridad de hacer – por su calidad de abuelos – lo que nunca hicieron con sus hijos.
¡Ya pues!, si el alemán de la memoria (Azlheimer) los está afectando… limítense. Hagan un esfuerzo y no se olviden que fueron padres.
Algunos pensaran que soy un poco rudo al decir esto, pero es la verdad, y la verdad no tiene por qué ser ruda ni destructiva. Lo que sucede es que nadie se atreve a decirles a sus padres, que el ser abuelos debe tener ciertas limitaciones.
Hace mucho tiempo mi padre vino con mis hermanos menores a vivir a mi casa, y la pusieron de cabeza. Hasta ahora siento lo que le pedí, porque hasta la empleada de mi confianza renunció. Le pedí que por favor buscara otro lugar para vivir porque la paz de mi hogar se encontraba en peligro… a parte de la influencia de mi esposa que me decía ¿qué está pasando? Hasta ahora me siento mal por lo que le dije… ¡Dios mió, me sentí morir! pero no pasó nada, él me sigue amando y yo a él. Creo que eso es lo importante, que siendo hijo o padre nos entendamos y nos amemos. ¡Gracias papá por seguirme amando!
Un abuelo/la se siente más padre o madre que los mismos padres y con mucho más derechos que ellos. Recordemos el dicho: “Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, y no vale aprovecharse de eso.
Quizás el próximo año sea abuelo – a los 62 años, un poquito atrasado, pero justo dentro del promedio – porque la mayor de mis hijos se casa el 24 de noviembre 2007 y me veo en la necesidad de controlarme, porque, el hecho que yo no haya procedido como debí haberlo hecho con mis hijos, no me da derecho a tratar de resarcirlo con mis nietos para resanar mis faltas… ya sea porque tenía mucho trabajo o compromisos relacionados con eso, o porque pensaba que mi esposa podía encargarse de todo lo que yo debería haber hecho y no hice.
“Después del partido no hay entrenamiento” dice el dicho. Yo como abuelo/a debo respetar lo que mis hijos desean para sus hijos, aunque me sienta con la autoridad de hacer con mi nieto/a lo que me da la gana.
Recordemos que todavía nuestros hijos están tratando de recordar todo lo que pudieron haber hecho por nosotros, los padres, y no lo hicieron, y ahora se les junta el ser hijos y padres al mismo tiempo.
¿A quién prefiero? Debe ser una pregunta muy difícil de responder para ellos: ¿Acepto lo que mis padres están haciendo con mis hijos o hago lo que debo hacer por mis hijos, sin importarme si lastimo a mis padres o los hago sufrir por no estar de acuerdo con ellos?
Esto me hace recordar esa famosa pregunta: ¿Quién fue primero, el huevo o la gallina? pregunta que deberíamos hacérsela a Dios… si nos encontramos con Él el día que partamos.
¡Qué fácil y difícil a la vez es la vida! sobre todo cuando los dos abuelos se ponen de acuerdo para llegar a la casa, o los cuatro llegan al mismo tiempo… lidiar con dos o cuatro es mucho más difícil.
La Palabra dice: “Dejarás a tu padre y a tu madre y te unirás a tu mujer y ambos serán una sola carne”… pero no habla de los nietos o de los abuelos. ¡Qué dilema!
José Miguel Pajares Clausen
Noviembre 2007
Noviembre 2007
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