Un borrador, para borrar de nuestra historia todo lo que nos haga daño.
Un detergente, para quitar las manchas de las mascaras que usamos a diario.
Unas tijeras, para cortar todo aquello que nos impide crecer.
Un cóndor, para que nos enseñe a volar alto y con libertad.
Una tinaja, para añejar el cariño y la madurez del amor.
Un frasco transparente, para conservar las sonrisas y sin tapa para escuchar su alegre sonido.
Unos lentes, correctores de la visión de la vida, que nos permitan observar con amor al prójimo y a la naturaleza.
Una ardilla, que nos indique como trepar por las ramas del árbol de la sabiduría.
Unas agujas grandes, para tejer sueños e ilusiones.
Un cofre, para guardar todos los recuerdos que constituyen y dan vida.
Una cremallera, que permita abrir la mente cuando se desee encontrar respuestas, otra para cerrar nuestra boca cuando seas necesario y otra para abrir nuestro corazón.
Un reloj, para darle todo el tiempo al amor y a amar.
Un proyector de películas, para recordar los momentos más felices de nuestras vidas.
Unos zapatos de la ética y la moral, para pisar firme y seguro por donde quiera que vamos.
Una balanza, para pesar todo lo vivido y todo lo experimentado.
Un espejo, para admirar a la persona que vale mucho... ¡TÚ!
Y...
Un alma pura, en lo posible, para poder conocer a Dios.
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