miércoles, 24 de octubre de 2007

HISTORIA DE UN REAL AMOR


Lo que les voy a contar es algo fuera de lo común. Se trata de un amor nacido del infortunio.
Dios te pide que lo ames y que ames a tu prójimo como a ti mismo, pero no te pide que te involucres tanto como para hacer lo que este joven amigo hizo... ¿o...? Eso, Dios te deja a ti que lo decidas.

Hace más o menos un mes, un amigo mío me contó que una compañera de trabajo se había sincerado con él, y que le había contado que estaba con SIDA. Le dijo que un día amaneció con fiebre, se fue al doctor y que los resultados rebelaron que estaba con ese flagelo y que era PORTADORA SANA.

A nadie más que a mi amigo se lo contó... su familia no sabe nada. Ella tienen un buen puesto y mantiene a su familia.

Este joven de treintitantos años es muy noble, y creo que ella notó eso en él para sincerarse. Él se convirtió en su confidente. Él nunca le preguntó cómo había adquirido la enfermedad, pero ella le dijo que ignoraba como había sucedido. Muchos estarán pensando... DIFÍCIL DE CREER QUE ELLA NO SABE... yo también. Pero realmente existe una gran ignorancia sobre cómo se puede adquirir... lo explico mas abajo.

Pasó no mucho tiempo, y de confidente se convirtió en su enamorado.

Me di cuenta que él necesitaba hablar con alguien y lo invité a mi casa. Efectivamente, él necesitaba contárselo a alguien. Me escogió porque yo ya conocía la primera parte. Cuando escuché que estaba con ella, que era su enamorada, lo único que se me ocurrió decirle fue: ¡TE FELICITO! ¡Te vas al cielo de todas maneras
!

Le pregunté si estaba al tanto de las formas de contagio.
Me respondió que sí.
Le pregunté si estaba con ella por lástima o por amor.
Me respondió que por amor.
Le pregunté si, llegado el momento, le pediría que se casase con él. Me respondió que sí.

¡Dios mío! hasta ahora no puedo creer que existan todavía en este mundo personas como él. Pienso a veces que esto nunca pasó y que lo soñé. Sinceramente yo no creo que hubiese actuado como él.... bueno, tendría que sucederme para saberlo.

Lo máximo que he hecho en vida, en circunstancias tan especiales, es el ofrecer mi apellido a hijos de dos chicas que amé mucho y que el padre de sus criaturas no querían reconocer... me lo agradecieron, pero no aceptaron. Yo estaba casado y con hijos, ellas prefirieron ponerles su mismo apellido y no ponerme en el problema de que pudieran dudar de mí buena intención, aunque a mí no me importaba si mi familia me creía o no.... mi conciencia tranquila era para mí más que suficiente, porque el ser humano debe actuar según su conciencia, no por el qué dirán. De hecho me quitaron MI DAR y por ende MI RECIBIR”, porque el que da, recibe... no las culpo. Pero, esta historia es abismalmente diferente.

Hace varios años atrás, tuve la oportunidad de conversar con una lesbiana promiscua”. Le pregunté si no temía al contagio del SIDA, y me respondió que a ella no le importaba y que si se daba el caso lo asumiría. Pero, este caso que les estoy relatando, no se trata de una promiscua en cualquiera de sus opciones, se trata de una joven que lleva una vida sana.

Muchos creen que el SIDA sólo se contagia por sexo, por el intercambio de jeringas entre los drogadictos o por transfusiones de sangre contaminada. El SIDA también se puede contraer por el beso si la persona portadora tiene problemas de sangrado de encías, que un gran porcentaje de personas sufre de eso.

Le pregunté a mi joven amigo si estaba al tanto sobre lo que expongo en la última parte... sobre el beso. Me respondió que no sabía eso. Me contó que se besaban. Le pregunté qué pasaría si él se contagiaba. Me dijo que Dios tomaría en cuenta el amor que existía entre ambos y que no lo permitiría.

Nuevamente ¡Dios mío! ¿Por qué me pones en estas situaciones? Él no me estaba pidiendo un consejo... sólo me estaba contando su decisión. ¿Por qué tendría yo que aconsejarlo? ¿Por qué tendría que advertirle? ¿Por qué tratar de matar ese amor? ¿Quién soy yo para juzgarlo y cortarle su “DAR? Creo que en el fondo de mi corazón, lo estaba envidiando. Creo que a mí también me hubiera gustado asegurar mi cielo.

Le he pedido a mi amigo que me presente a la chica, y que le diga que sé su historia. Ojalá ella acepte... tendría un aliado más a su lado.

¿Cómo acabará esta historia? Sólo Dios y su misericordia infinita la decidirá, por que Dios es Amor.... y esto ¿acaso no es amor? Los tendré al tanto si ambos me lo permiten.

Nota:
Pedí permiso a mi amigo para relatarles esta historia de amor.
José Miguel Pajares Clausen
Octubre 2007

No hay comentarios:

Publicar un comentario