La gente muere cuando sus cuerpos fallan.
Ella tenía 28 años... el 18 de agosto se la llevó Dios, seguramente necesitaba una rosa más en su jardín celestial.
Era una jovencita muy trabajadora y dedicada a su casa, donde vivía con su madre y su hermana. Los lunes y viernes nos visitaban para la oración, a pesar que vivían un tanto alejadas y el regreso era muy tarde... pero, se daban su tiempo.
Le diagnosticaron cáncer terminal al estomago y luego de las quimios, con todo el malestar encima, venía a las reuniones, hasta que sus dolores eran tan fuertes que ya no pudo venir más. Optamos por visitarla los domingos y pasábamos la tarde con ella, tratando de alegrarla... que se olvidara de sus dolores.
Nuestra Madre del Cielo - en una de las reuniones - le pidió que entregara sus dolores a Dios para que otras almas se salven, que se convirtiera en un alma reparadora, a cambio de eso, Ella misma vendría y la llevaría de la mano al cielo. Ella aceptó el trato y vivió hasta el final con sus dolores.
El lunes 13 de agosto, en nuestra reunión, la Virgen dejó un mensaje: “pronto vendré por ella”. Su madre fue comunicada, aunque nunca pensó que podría ser tan pronto. El sábado 18 de agosto del 2007 – día de la Virgen – Ella cumplió con lo prometido... la vino a recoger.
Jessica estaba preparada, aunque le hubiese gustado estar un poco más de tiempo por este mundo. Recibía diariamente la comunión en su casa, llevaba su escapulario y murió con él.
¿Estamos nosotros preparados? ¿Tendremos la gracia de que la misma Mamita del cielo venga por nosotros?
Ella sigue viva, pero no de la forma como muchos piensan. Ella vive en la gloria de Dios, y sé que desde allá está pidiendo por nosotros, esa fue una promesa que nos hizo antes de partir. Ella siempre vivirá en nuestros recuerdos y oraciones.
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