viernes, 9 de noviembre de 2012

CÁLCULOS Y RIÑONES SEGÚN SANTA HILDEGARDA



No hace mucho un sufriente lector que había padecido cuatro cólicos nefríticos nos preguntaba si es que Santa Hildegarda no habla de los riñones. En nuestra casa ignorancia contestamos que creíamos que no, que era lo que en ese momento sabíamos honradamente. Error monumental, al que solo sirve de excusa que Santa Hildegarda ofrece unos dos mil remedios en números redondos, y que nosotros no somos del oficio.

Estamos preparando los índices de la versión corregida de la primera traducción de Rafael Renedo pensando en colgarla en Amazon en cuanto la tengamos pulida, y mientras pulimos y hacemos el índice, nos van apareciendo uno tras otro nuevos tesoros de Santa Hildegarda en los que no habíamos reparado.

Por el momento nos han aparecido ya media docena de remedios para los cálculos y eso no hemos hecho más que empezar. Lo que pasa es que no quisimos adelantar la noticia porque el primer remedio que nos encontramos era un poco peculiar: "Quien tenga cálculos, tome un poco de sangre de dragón y póngala en sitio húmedo para que se humedezca un poco. Meta la sangre en agua pura durante un rato hasta que el agua tome su calor. Retire la sangre, beba en ayunas un poquito del agua y coma enseguida algo. Hágalo nueve días y la piedra se le quebrará dentro por la fuerza de la sangre y se librará. Pero que nadie coma o beba esta sangre sola y pura, porque si lo hace morirá inmediatamente".(Physica, 8,1)

Para Santa Hildegarda el dragón no era un bicho legendario, sino una especie concreta de reptil con dispepsia, cuyos fenomenales eructos se encendían al contacto con el aire "del mismo modo que se hace fuego con piedras", es decir, calentándose al frotar con una superficie áspera, tal vez el morro o la garganta del pterosaurio en cuestión.

Evidentemente, el problema de este remedio es que, fuera de las películas de Parque Jurásico, no hay muchos dragones; los últimos se vieron en Anatolia en tiempos de Diocleciano, pero no eran especie protegida y al último parece que lo mató un caballero llamado Jorge.

Los dragones están grabados en la memoria de todos los pueblos, y en otros tiempos jamás supusieron que fueran cosa de fábula y juego de niños, ni que llegaran a ser materia de estudio bajo otros nombres más complicados. La sangre de dragón no sirve para cólicos nefríticos porque no hay forma de hacerle una sangría. Pero los otros remedios que vamos encontrando son considerablemente más sencillos. Veamos:

PEREJIL: "A quien le duela un cálculo renal tome perejil y añada un tercio de saxifraga. Cuézalo en vino, cuélelo por un paño y bébalo en la sauna. Cueza también perejil en agua con un tercio de saxifraga y viértala sobre las piedras calientes de la sauna. Si lo hace a menudo, mejorará". (Ib. 1,68)

BARDANA: "Quien tenga cálculos de nacimiento, cueza hojas de bardana en el mejor vino y bébalo caliente después de colarlo por un paño, en ayunas o en las comidas. Su fuerza desgastará la piedra."(Ib. 1,98)

TANACETO: "Si alguien no puede orinar por estar constreñido por una piedra, machaque tanaceto, cuele el jugo por un paño, añada un poco de vino y bébalo con frecuencia. La constricción se soltará y orinará libremente." (Ib.1,111)

FRAXINELA: "Si a alguien que es gordo por naturaleza le empieza a crecer un cálculo, pulverice fraxinela y coma frecuentemente el polvo con pan de trigo. Y a quien el cálculo ya le ha crecido ponga el polvo de fraxinela en vinagre con miel y bébalo frecuentemente en ayunas y la piedra se romperá."(Ib.,1,115)

GLADIOLO: "Machaque raíz de gladiolo con vino bueno en un mortero y una vez colado por un paño, caliéntalo y dáselo de beber así caliente a quien tenga una piedra. Y quien tiene dificultad para orinar, se le ablandan los cálculos, y se abrirá el tracto urinario que estaba constreñido." (Ib.,1,118)

Como puede verse, solo hemos llegado con nuestro índice al capítulo 118 del Libro Primero de la Physica, y recordemos que todavía quedan por ver 140 plantas más, así como 63 árboles y arbustos; y que en total nos faltan por revisar ver aún 440 criaturas.

Por otra parte todas las plantas citadas son muy corrientes, bien conocidas y - al contrario que el dragón - perfectamente asequibles. Si se decide por el gladiolo recuerde que lo que interesa no es la flor, sino el bulbo (lo que Santa Hildegarda llama raíz) y las hojas. La verdad, no recordamos haber visto la fraxinela (también llamada chitán o dictamno blanco); a lo mejor sí, pero sin reconocerla. En cambio, la bardana (o lampazo) y el tanaceto (o hierba lombriguera) las hay un poco por todas partes y desde luego las conoce el herbolario del barrio. Hay perejil en cualquier ventana de cocina.

Y ahora, hablando de otro libro de la Physica, Libros Libres ha publicado el Libro Cuarto, "De las piedras" que se asoma por primera vez en español con el nombre de "El Libro de las Piedras que Curan", y que nos proponemos reseñar dentro de lo posible en un próximo artículo.

José María Sánchez de Toca

Rafael Renedo Hijarrubia

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