miércoles, 10 de octubre de 2012

EL SACERDOTE ES PARA LA EUCARISTÍA



Hoy por hoy en la Iglesia contamos con una referencia absolutamente extraordinaria: el Papa. ¡Cómo celebra la Eucaristía!

Las palabras que ahora os dirijo, son pobres y parciales a la hora de expresar lo que significa la Eucaristía. Cuando un sacerdote celebra la Eucaristía con respeto, asombro, con mimo y delicadeza, evangeliza más que cualquier otra cosa que aunque en apariencia resultara más conmovedor, dinámico y entretenido en nada se compararía al misterio de la Eucaristía.

Los mejores testimonios y ejemplos los encontramos en los santos. El padre Pío celebraba la Eucaristía con una unción tan extraordinaria, que llegaba al alma de los fieles tan solo con que le vieran celebrar, sus Eucaristías se prolongaban hasta horas y sin embargo, largas colas se quedaban a la puerta porque no podían acceder al templo, porque estaba lleno.

Lo mismo con el santo cura de Ars, que cuidaba al detalle la celebración eucarística, porque comprendió que ahí estaba el tesoro de la Iglesia, que es Cristo presente en la Eucaristía, preparaba los sermones con suma exquisitez.

El nuevo doctor de la Iglesia, San Juan de Ávila se refiere a ella con estas palabras: "La presencia de Cristo en la Eucaristía es real, con su cuerpo, alma y divinidad (cfr. Ser 37, 1031 ss). «El pan y el vino se convierten en cuerpo y sangre de Jesucristo» (Ser 36, 161ss). «Cosa nunca oída ni vista, que hallase Dios manera cómo, subiéndose al cielo, se quedase acá su misma persona por presencia real, encerrada y abreviada debajo de unos accidentes de pan y de vino; y con inefable amor dio a los sacerdotes ordenados... que, diciendo las palabras que el Señor dijo sobre el pan y el vino, hagan cada vez que quisieren lo mismo que el Señor hizo el Jueves Santo» (Ser 35, 217ss).

Por la fuerza de las palabras de la consagración, está el cuerpo o la sangre; pero consecuentemente está siempre cuerpo, sangre, alma y divinidad (Ser 46, 709ss). Aceptar este misterio es cuestión de fe y no de razonamiento: «O te has de quedar sin Él o tomarlo así escondido... Sí, en la menor partícula está tan entero como está allá en su reino» (Ser 46, 499ss). «Y mira que mientras menos entiendes este misterio, mayor es la merced que te hace» (Ser 38, 532s).

El enemigo quiere distraernos con otras cosas, que incluso en apariencia parecen lícitas, buenas, correctas..., nuevas fórmulas, dinámicas, inventos... nada, patrañas de comedias que no conducen a nada. Si nuestra labor pastoral, si la nueva evangelización no tiene como motor, centro, fuente..., la Eucaristía, no hay nada, Cristo no llegará al corazón de las personas, y nosotros los sacerdotes simplemente nos convertiremos en personajes de entretenimiento, se nos agotará la paciencia viendo que "invento" tras "invento" ninguno llega a calar... la pregunta es: ¿por qué?.

Os doy la respuesta con San Francisco de Asís que en una ocasión salió con un hermano a "evangelizar" y cuando llegaron del paseo el otro hermano le preguntó: ¿cuándo vamos a evangelizar?, a lo que el santo le respondió: ya lo hemos hecho, al caminar recogidos en oración, con nuestro hábito y nuestro pensamiento en Cristo, ya lo hemos hecho.

Cuando un cura cuida la Eucaristía, le tiemblan todavía las manos al tocar a Cristo, aun se le entrecorta casi la voz al pronunciar las palabras de la Consagración, cuida al detalle todo: la preparación próxima, los vasos sagrados, las vestiduras, la homilía... evangeliza mucho, mucho, mucho...

La evangelización es sencilla cuando uno es fiel, si somos fieles, somos fecundos, de eso no hay duda. Un cura que trata la Eucaristía como cualquier cosa, con ligereza, con rutina, sin ponerse las vestiduras sagradas con excusas vanas, cuando no se prepara... el enemigo hace estragos, ya que sin la Eucaristía una comunidad jamás puede crecer en el Amor a Dios y menos, servirle.

Es tan importante que nos lo tomemos en serio!, yo cada día estoy más convencido. ¿Queremos evangelizar?, pues más oración, más adoración del Santísimo, más vivencia auténtica de la Eucaristía. Lo demás será buscarnos a nosotros mismos, lo demás, será perder el precioso tiempo y el extraordinario don que Dios nos ha dado.

Aquel del anuncio decía: "el algodón no engaña", por analogía, cuando una parroquia celebra la Eucaristía con amor, la evangelización es extraordinaria, el amor en ella "no engaña".

Estamos a punto de comenzar el año de la fe que el Santo Padre abrirá oficialmente el próximo jueves. Parece que hay que organizar agenda, situar en el calendario muchos eventos, muchos buenos ¡sí!, pero no es lo que nos pide el Papa, él apunta como siempre con acierto, a la búsqueda de lo esencial: a buscar más en serio la santidad de vida, a determinarnos con más firmeza a seguir a Jesucristo, a identificarnos plenamente con Él. Y para eso hay que tomarse mucho más en serio la vida cristiana, los sacerdotes, ser más SACERDOTES, ser más signos de contradicción y no diluirnos en un mundo que quiere apagar la llama de Cristo, la llama de la fe.

Al dirigiros estas palabras en voz alta, a través de este medio, no pretendo en absoluto ponerme como maestro de nadie, más al contrario, como aprendiz de los que realmente han llegado a comprender y vivir lo que significa la vida escondida con Cristo, en Dios. Hoy por hoy en la Iglesia contamos con una referencia absolutamente extraordinaria: el Papa. ¡Cómo celebra la Eucaristía!, ¡con qué celo dispone todo!... aprendamos de él, hagámosle caso, los sacerdotes especialmente, y la Iglesia crecerá hasta donde no nos imaginamos, este año de la fe será un año de gracia absoluto.

No tendremos que hacer nada más, tan sólo ser espectadores de la gracia, espectadores de la actuación de Dios que sabe llegar a las almas, y de la manera menos imaginable para nosotros, de la manera más insospechada.

Favorezcamos el encuentro con ÉL y ÉL se encargará de todo. "¡Tú llevas la Iglesia Señor y no yo!, por eso me voy a dormir tranquilo" - decía el Beato Juan XXIII-.

Pues nosotros tranquilos, a echar las redes en su nombre y de lo demás se encargará ÉL, nos vamos a quedar boquiabiertos!!! LAUS DEO.

Autor: Alejandro Cases Ramón

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